"La pompa, la fecundidad. la hermosura,
la delicia de las flores y de los frutos de la primavera y el verano son preparados por los fríos, por las lluvias,
por las nieves de invierno, que desnudan a los árboles de las hojas, que se
diría que los matan por el rigor de la estación, que dejan los campos como
yermos y helados, y, sin embargo, en realidad los preparan para que a su tiempo
sean con sus ramas, flores y frutos el gozo, la alegría y el sostenimiento de los hombres.
En el mundo espiritual y cristiano la santa Cuaresma
viene a ser como el invierno de las almas, tiempo de penitencia. Como el
labriego poda sus viñas y sus árboles, hemos de podar nosotros nuestras vidas
de lo inútil, de lo superfluo, de lo dañino; como los campos se sazonan con la
lluvia y la nieve, tenemos nosotros que preparar y sazonar nuestras almas con
la oración y la penitencia; las largas noches de invierno y los días nublados y
tristes son como signo y figura de que en la soledad y el silencio,
tan propicios para la reflexión, hemos de preparar nuestras almas para que en
ellas fructifique la semilla divina del evangelio, de donde surgen los frutos
de santificación que todos tenemos que producir si queremos alcanzar la gloria
celestial."
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