martes, 3 de marzo de 2015

Rapaces, patria y locuacidad



Parece que, una vez canonizado Nicolás de Longobardi, y probablemente teniendo los conventos de mínimos que encargar imágenes del santo, los artistas concernidos tendrán que pensar en adherirle un par de alas en la espalda, vista la afición de los hagiógrafos a colocar a San Nicolás entre las aves rapiegas. Si ya Bellantonio tituló su biografía "Più in alto delle aquile", ha aparecido un libro en Calabria que, prefiriendo la metáfora a la comparación, se titula: "Il falco della Trinità. Nicola Saggio di Longobardi, il Minimo dei Minimi che trovò Dio nei poveri di Calabria". Esperamos que la cosa se detenga aquí y que nuevos trabajos no nos pongan a San Nicolás entre los buitres o los quebrantahuesos.
El libro, publicado por Pellegrini Editore en Cosenza con un prefacio de Monseñor Salvatore Nunnari, es, en algunos aspectos, mejor de lo que su desajustado título puede sugerir. Tres autores han redactado tres partes desiguales que tienen en común la devoción manifiesta, la pretensión literaria y la calabresidad militante.
La aportación más breve es la del sacerdote Enzo Gabrieli quien efectúa un correcto y esmerado encuadre religioso del Santo ("La forza della carità nella contemplazione di Dio").
Tampoco se extiende excesivamente Gerardo Picardo en su rítmica prosa poética, que se lee con gusto ("Umiltà e sentiero di gloria, al Sud i Santi sono Salmi recitati sulle piazze").
No se le puede agradecer lo mismo a Pierfranco Bruni, cuyo texto ("Nicola di Longobardi. Lungo il vento della cristianità nella santità e nella presenza del Paolano") ocupa la mitad del libro, tratando de embarcar al lector en un viaje del cual parece haber perdido la brújula. Acumulación redundante de conceptos, imágenes e ideas metaesotéricas. Tratando de encontrar un asidero, lo busca en Nicola Misasi, aquel discutibilísimo autor decimonónico ya discutido en su tiempo por Roberti. Utilizarlo para encajar a San Francisco de Paula y a San Nicolás en un encaje imposible es meterse de lleno en un idealismo mágico, que ni siquiera rebosa riqueza expresiva (uso continuado del verbo ser: "è...è...è...è"). Poner a San Francisco, por ejemplo, como un dechado de la tolerancia interreligiosa calabresa tiene delito. Recalcar en San Francisco la fuerte personalidad que no hace acepción de personas y se impone (Misasi dixit) a reyes y papas, para a renglón seguido decir que esos son los componentes (santidad y humanidad, ¿einnn?) que han guiado la vida de San Nicolás nos persuade de que el autor se ha echado un sueñecito entre línea y línea. Bruni nos introduce en un laberinto del que sólo es posible salir pasando página.

Como complementos, el volumen nos ofrece una bien compendiada vida de San Nicolás de Longobardi, una antología de frases del Santo, el mensaje para la canonización de Monseñor Nunnari, la carta circular del Corrector General de los Mínimos Padre Marinelli y una brevísima, pero deliciosa, entrevista de Sabrina Pellicone a Giuseppe Laudadio, el beneficiado por el milagro del oblato mínimo.
Sinceramente, cuando se cansen de literatura controvertible, vayan ustedes a las pocas palabras de Laudadio; allí hallarán la recta devoción, la calabresidad entrañable, la belleza de la verdad.

4 comentarios:

  1. ¡Dura crítica!

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  2. Pierfranco Bruni è un grande scrittore. Chi sei tu per giudicare? Secondo il mio avviso, i passi che si riferiscono alla nuova religione predetta da San Francesco sono di grande bellezza

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    Respuestas
    1. Buen ejemplo de tergiversación el de la nueva religión, apoyado en Misasi por supuesto. La nueva religión (Orden, congregación) supuestamente profetizada por San Francisco (en una de sus cartas dudosas) era la de los Crucíferos, Orden mixta de caballeros y frailes que acabaría con mahometanos y gente impía...

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    2. Y, por cierto, ¿quién soy yo para juzgar? Alguien que ha pagado 14 € por un libro y que, por tanto, puede dar su opinión. Pierfranco Bruni, siendo un grandísimo escritor (nadie lo niega), puede perfectamente mear fuera de tiesto.

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