jueves, 29 de noviembre de 2018

Un conflicto curioso


Sucedió en Arles (Provenza) en el siglo XVII. Se habían establecido los mínimos en el priorato de la Magdalena, con apoyo real. Pero tenían en contra a otras órdenes religiosas y diversos eclesiásticos, al consejo municipal y muy particularmente, por su cercanía, al Capítulo canonical de la Iglesia Mayor Parroquial. La tensa situación tuvo su punto crítico en la mañana del 2 de agosto de 1615 cuando los mínimos se encuentran con que por la noche les han robado el badajo de su única campana. El pueblo llano del barrio, que, pese al poco tiempo que llevan con ellos, aprecia a los frailes mínimos, echa en falta el sonido de las campanadas. Cuando la multitud se apercibe del robo ocurrido, la sospechas y acusaciones van contra los canónigos de la Mayor: se les insulta, se les apedrea, hasta que logran encerrarse y parapetarse en la casa curial, donde son asediados durante tres días, hasta que los cónsules municipales logran apaciguar la situación.

Finalmente, el asunto se resolvió cuando el arzobispo otorgó a los mínimos la iglesia de San Honorato a donde se trasladaron en lucida procesión el 7 de octubre de 1615. Un deán de la Iglesia Mayor registra el hecho en sus memorias con esta consideración final: “Dieu les conduise et bien joïeus que soient loin de nous”.

lunes, 29 de octubre de 2018

Dios vuelve en un Ferrari


Si Joan Brady fuera italiana, probablemente su novela se hubiera titulado como titulo yo este post. Porque si la Harley es un buen símbolo de la libertad americana (all for freedom, freedom for all), el Ferrari forma indudablemente parte del orgullo italiano. En uno y otro caso, son libertades y orgullos al alcance de no todos los bolsillos. Y todo esto, ¿qué tiene que ver con los mínimos? Pues mire usted, más bien poco, simplemente era para introducir esto:



Ahora vendrán los fastidiadores de turno, los dedicados a arruinar las fiestas, a decirnos que “vaya opción por los pobres” o que los hijos de San Francisco de Paula sólo tendrían que bendecir fiats panda. Estos no se acuerdan del Ferrari Enzo regalado a Juan Pablo II y vendido con buen criterio moral por Benedicto XVI en el 2006; en el 2015, con el Grande ya canonizado, el automóvil sextuplicó su valor en una subasta. O, sin ir más lejos, al mismísimo Papa Francisco la marca Lamborghini, que tampoco es moco de pavo, le regaló uno de sus “Huracán”.

¿Vuelve Dios en un Ferrari? En principio, ni de coña, aunque Dios es muy libre de volver y montar en el vehículo que le plazca. Pero la bendición tiene su miga. Al menos, yo se la encuentro en las palabras introductivas del Padre Antonio antes de proceder ritualmente. Me parece escuchar: "(Dio) è la nostra vera Ferrari..." Y, a partir de aquí, que trabajen los mecánicos de la hermenéutica.

(Por cierto, el acetre también se las trae, ¿no parece una bacía de barbero?)

domingo, 14 de octubre de 2018

El dilema del pintor

El escultor Manuel Fuxá no tuvo dilemas cuando se trató de elaborar la escultura representando a Bernardo Boyl en el Monumento a Colón de Barcelona. En 1888 todavía no se había desatado la polémica seria sobre el instituto religioso al que Boyl pertenecía cuando marchó a América con Colón en 1493. Por más que los mínimos lo hubiesen reivindicado en la historia, en Barcelona estaba bien asentada la interesada convicción de que Boyl era catalán y monje benedictino de la abadía de Montserrat, a lo que se añadía la leyenda de los 12 primeros misioneros que llevó consigo procedentes de aquel monasterio.

En 1892, con ocasión del cuarto centenario del descubrimiento, el Ayuntamiento de Barcelona decidió colocar un retrato de Boyl en la Galería de Catalanes Ilustres. Esta vez la cuestión no fue tan pacífica. Los estudios de Fidel Fita y Jaime Collell habían desatado la polémica sobre si benedictino o mínimo, hasta el punto que el pintor encargado (Federico Trías Giró) no sabía en 1893 con qué hábito pintarlo. Además, como se defendía por algunos autores su origen aragonés (realmente lo era) no faltó quién se preguntó sobre si el Ayuntamiento no tendría que revisar su decisión.
Finalmente, Boyl fue pintado con hábito mínimo y su retrato colocado en la Galería de Catalanes Ilustres (actualmente ubicada en la Real Academia de Buenas Letras) en 1897, efectuando a la sazón un discurso biográfico Jaime Collell. El discurso, convenientemente ampliado y mejorado hasta ser convertido en un verdadero Estudio histórico-crítico, vio la luz en 1929, bajo el título "Fray Bernardo Boyl primer apóstol de América" en edición costeada por los mínimos de Barcelona con ocasión del Congreso y Exposición Misional que se celebraron dentro del marco de la Exposición Internacional celebrada en la ciudad.



viernes, 21 de septiembre de 2018

Lo leo y no lo creo: el Ayuntamiento se rascó el bolsillo

Era el año 1800 y una espantosa epidemia de fiebre amarilla se propagó por la ciudad. Fue tan tremenda que la cifra de muertos se calcula que fue de cerca de 15.000 personas. Una parte del convento de los mínimos de Triana se destinó entonces a hospital provisional, efectuándose en el edificio conventual las correspondientes modificaciones para poder cumplir debidamente tal función. Hasta marzo del año siguiente no comenzó la ciudad a recuperar la normalidad.

En 1802 los mínimos recurrieron al Cabildo municipal, pidiendo se hiciera la obra necesaria para que el convento volviera, como se les había asegurado, a su primitivo estado. Los diputados del barrio, tras visitar el convento, emitieron un informe en el que recordaban la “actividad, esmero y caridad religiosa con que el Corrector y otros varios individuos de aquella comunidad nos ayudaron al socorro, colocación y asistencia de los enfermos, en un tiempo tan peligroso para los que aún no habían experimentado los efectos de la epidemia...”. Asimismo, proponían que era mejor que los mismos frailes se encargaran de gestionar la realización de las obras necesarias, indemnizándoles a tanto alzado con 2.500 reales.

Lo más sorprendente e inusitado de este expediente de la Escribanía de Cabildo de Sevilla es la resolución que el municipio toma once días después del informe de los diputados de barrio: conformarse con tal informe y disponer se entreguen a la comunidad para el reparo del convento 3.000 reales (!!!).


miércoles, 19 de septiembre de 2018

Mujeres, dinero, concupiscencias y cosas peores


Hay un fragmento en la Vida de San Francisco de Paula del discípulo Anónimo, donde para mostrar la necesidad de la castidad y de la pobreza de los religiosos mínimos, se recogen unas palabras de advertencia de San Francisco:
“Et dicebat quod foeminae et argentum attrahunt ad concupiscentiam et adurunt Servos Dei” (Solía decir que las mujeres y el dinero llevan a la concupiscencia e inflaman a los siervos de Dios).

Hay un episodio histórico que muestra que lo peor ya no es el dinero o las mujeres, sino el dinero de las mujeres, que puede llevar no sólo a la concupiscencia sino al homicidio. Léase este aviso histórico de José Pellicer fechado el 18 de agosto de 1643:
“Fray Manuel de la Espada, hijo de García de la Espada, escribano, religioso mínimo y sacerdote, que el año pasado avisé había muerto a su tía por robarla, fue condenado a entregar al Brazo Seglar, degradándole primero...Y así mañana le dan garrote en la cárcel”.

jueves, 13 de septiembre de 2018

Dos mínimas curiosidades históricas de las Mínimas



Una de cal y otra de arena. Dos textos relativos al mismo monasterio. Poco más de 50 años entre uno y otro.

Primer texto:
“La caridad no tiene límites estrechos. Las entrañas de la religión que la inspira son dilatadas. Siente que hay otras necesidades en la gran familia cristiana y se alegra de encontrar en la diversidad de los establecimientos monásticos los medios para satisfacerlas. ¡Cuántas gracias estas siervas del Señor, recogidas noche y día al amparo del santuario, han hecho descender del cielo como rocío bienhechor en el alma de los pecadores, sorprendidos ellos mismos de su conversión al no poder humanamente explicar la causa de ella! ¡Cuántos que en el corazón de la noche, a la salida de una fiesta mundana o de un jolgorio desenfrenado, han oído la voz de Dios al mismo tiempo que sonaba la campana del monasterio! ¿Cuántas veces las oraciones fervorosas de estas santas mujeres han forzado al ángel exterminador a envainar su espada?...Dios en un pecador inmolado no halla más que a una víctima inmunda; pero que una virgen oculta a los ojos del mundo, viviendo en estado de continua expiación por pecados que no ha cometido, sucumba bajo los golpes del Señor...Su justicia se apacigua satisfecha ante una víctima enriquecida con todos los tesoros de la más pura inocencia y del exceso de la penitencia más rigurosa y más voluntaria. ¡A esto le llaman una vida inútil!”

Segundo texto:
“Estoy desde hace dos años en el convento de las mínimas, donde me condujo mi vocación. Lo he dejado en las condiciones que ustedes conocen y, sin embargo, he vivido en él horas dulcísimas, gracias al afecto maternal que tenía por mí la superiora Sor Teresa Gaubert. Esta mujer santa y digna me manifestaba constantemente sus buenos sentimientos, lo que desplacía un poco a mis compañeras.
El pasado 18 de julio tuve el dolor de perder a mi buena madre la superiora y desde entonces fui objeto del odio tenaz de las hermanas. Las que más se ensañaban eran las hermanas San Juan, San Ignacio, Escolástica y del Buen Pastor, pero la más feroz era sin duda sor Ignacia. Me privó de pan durante tres días y el cuarto día me dio por todo alimento unos curruscos duros absolutamente incomibles. Por la noche me hacía acostar en el suelo y cuando me permitía ir al lecho, disponía el mueble de tal manera que era imposible no caerse al menor movimiento involuntario. Cansada de estas persecuciones y enferma por la falta de alimento, decidí escapar. Esta mañana, con el pretexto de no encontrarme bien, no bajé a la capilla con mis hermanas, y, mientras ellas oían la misa, me trasladé rápidamente a un pequeño cuarto cuya ventana se abre a un metro del muro de clausura, del lado de la calle de l'Aube. A riesgo de matarme, pero resuelta a sustraerme a las torturas que he sufrido desde hace tres meses, tomé impulso y salté encaramándome a lo alto del muro. Desde ahí he pedido socorro...”

Ambos textos se refieren al monasterio de mínimas de Marsella.
El primer texto es de 1851 y consiste en la exhortación del Obispo del lugar cuando bendijo el nuevo monasterio y capilla. El Obispo era San Eugenio de Mazenod (fundador de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada). La fuente es la Enciclopedia Teológica de Migne.

El segundo texto se refiere a lo acaecido en octubre de 1904; es la narración que hizo en persona mademoiselle Morin, después de ser “rescatada” de lo alto del muro de clausura. La fuente es, reproduciendo una información de “Le Matin”, el diario “L'Éclaireur du Finistère” (Morlaix).

viernes, 24 de agosto de 2018

De falsarios supuestos, eruditos precoces y fiscales implacables


Nunca faltan abogados de causas perdidas. Incluso el mínimo fray Juan Gaspar Roig y Jalpí, supuesto falsario y considerado como tal generalizadamente por la historiografía actual, lo tuvo en el pasado y alguno le queda en el presente. Paciente e ingrata tarea la de tales defensores. Por mi parte, he de confesar que carezco de conocimientos suficientes para juzgar en esta materia. Nunca me he interesado por la época histórica a la que se refiere el Llibre dels feyts d'armes de Catalunya ni por sus fuentes ni por el sutil análisis de textos que permite distinguir entre una falsificación total y las simples interpolaciones posteriores que salvarían un original auténtico.
Sin embargo, sí tengo que reconocer que la acritud del fiscal implacable que fue Miquel Coll i Alentorn le hizo acumular algunos argumentos claramente inconsistentes. Hoy traigo a colación uno que ignoro si ha sido considerado en el pasado por los defensores del mínimo. El fiscal Coll quiere demostrar que el afán de falsario de Roig y Jalpí no se contuvo en la puntual composición del Llibre dels Feyts de Boades, sino que era algo ya inherente, que respondía a una conducta falsaria antecedente. Para eso aduce lo siguiente:


¿Una cita falsa de un Padre griego? La sentencia condenada del falsarísimo Roig y Jalpí en el Epítome de Manresa es la siguiente:


¿Cabría hacer un repaso minucioso del volumen 33 de la Patrologia Graeca de Migne? Hombre, realmente al implacable señor Coll no le hacía falta consultar a un erudito de 25 años como era el entonces monje Anscari Mundó, ni tener unos especialísimos conocimientos de Patrística para intuir que San Cirilo de Jerusalén no podía tener ni puñetera idea de que existiera una montaña de Montserrat. Roig y Jalpí no pecó aquí de falsario, sino todo lo más de barroco o de patriota ingenuo. En mi humilde opinión, ni siquiera consultó las obras de San Cirilo, sino que se limitó a transcribir (y lo cita) lo que el franciscano perpiñanés fray Ángel del Pas había escrito en su Expositio in Symbolum:


Nótese que, en realidad, lo atribuible (y bien atribuido) a San Cirilo de Jerusalén es sólo la primera frase: “Id quod actenus Golgotha monstrat ubi propter Christum petrae scissae sunt” (Catequesis XIII, n. 39); lo siguiente, relativo a la montaña de Montserrat y otras es “ex traditione”, no según San Cirilo. Y aun cabría, en descargo de Roig y Jalpí recordar que la edición de su Epítome histórico de Manresa, publicado después de su muerte, corrió a cargo de su correligionario fray Pedro Masera, quien tal vez, trabajando el manuscrito, puso de su cosecha más de lo que correspondía. Para corroborar esta última hipótesis habría que repasar los manuscritos de Roig y Jalpí, labor que dejaremos para quien tenga más interés y más santa paciencia. Me basta afirmar que, en el peor de los casos, el acusado obró más por negligencia y apasionamiento montserratino que por malévolo falseamiento.

martes, 7 de agosto de 2018

Benditos Renglones

La calidad no es una prerrogativa de la complicación. La sencillez y la bondad pueden también ser expresados desde una técnica y una destreza impecables. Ciertas presentaciones de figuras mínimas han adolecido a veces del bienintencionado amateurismo. No ocurre lo mismo en “Renglones de luz”, una reciente presentación documental dramatizada de la monja mínima María del Socorro Astorga Liceras. Producida por Caleidoscopio films y dirigida por Macarena Astorga, está disponible en DVD (para más información se puede contactar con las monjas mínimas de Archidona). 


¡Otro post elogioso! Me estoy volviendo blando, será el calor veraniego...

sábado, 14 de julio de 2018

Io speriamo che... (Capítulo General)


Pocas noticias nos han llegado hasta ahora del Capítulo General. Sólo las relativas a las elecciones. Parece que se ha optado por la continuidad. Ha sido elegido Corrector General el Provincial de Paula. Los Colegas repiten, salvo el cuarto, que era el Párroco de Sant'Andrea y que ha sido sustituido por un joven sacerdote de la Provincia de Nápoles.
Las mociones que hayan salido son menos importantes, porque, si estamos a la experiencia de los últimos Capítulos, sólo acaban aplicándose, por suerte o por desgracia, aquellas más prácticas (léase: asuntos de economía). En fin, remedando el título de la obra más conocida del progenitor del cuarto Colega, “io speriamo che me la cavo”. Y remedando también uno de los chistes preferidos del Padre G., si antes del Capítulo estábamos al borde del precipicio, esperemos no dar ahora un paso adelante. O que no nos pegue un empujón la Sagrada Congregación.


La última frase va por la “Cor Orans”. No sé cómo les habrá sentado a mis hermanas mínimas, supongo que bien, porque ellas siempre lo echan todo a buena parte. Parece que hay monasterios de otras Órdenes que están haciendo ya su preparación para la muerte conventual, ante la más machista (las monjitas claustrales han de ser especialmente tuteladas), centralizadora (Congregación y Federaciones, estas últimas con las mejores posibilidades de hacer Caja) y autoritaria (vaya usted a reclamar al maestro armero, hermana) de las Instrucciones.  

lunes, 25 de junio de 2018

Una novelilla

No sé si la ficción supera a la realidad o viceversa, pero lo cierto es que nunca había abundado tanto la ficción en su sentido más propio y reconocido como en la actualidad. Montañas de libros en papel o en soporte digital, series de televisión, obras de teatro, videos profesionales o homemade, etc. Tampoco San Francisco de Paula y los mínimos, directa o indirectamente, se sustraen a ser material de ficción. Recientemente, por ejemplo, han puesto en youtube el trailer de un film del que ya nos habíamos ocupado en un post anterior; el film es “bienintencionado” y me dispensarán de dar más opiniones sobre él. Hoy quiero hablarles de novelas. Una (Il frate, l'ordine, lo scudo) se publicó mucho años atrás, podríamos encuadrarla dentro de la novela histórica y, aparte de un trasfondo reivindicativo del Santo y de su tierra de origen, era una buena novela. Vino después una novelita breve (Per il bene della città. La fantastica storia del bastone di san Francesco) que tiene un inicio prometedor y que luego, ciertamente con buen humor, se disuelve en la vacuidad.
En este año ha aparecido en España la novela Biznaga de sangre. Sorprende que en la presentación alguien que se presenta como profesor de Creación literaria en la Universidad de Sevilla la califique como “gran Literatura”. No he sabido ver la grandeza literaria por ninguna parte. El libro resulta una narración policíaca entretenida, un recorrido por Málaga y sus monumentos (puntualmente descritos), donde el protagonista investiga (en realidad no investiga nada) unos crímenes ligados a la búsqueda del manto de San Francisco de Paula y unos manuscritos del Santo. En ciertos encuadres históricos el libro es endeble: Boyl estaba en Francia (no en Málaga) en el verano de 1487, Bartolomé Coloma no pertenecía a la Orden de los Mínimos (al contrario, se resistió a que tomaran posesión de la ermita de la Victoria), etc. Nos encontramos con alguna expresión exótica, como es referirse a la “Compañía de Jesús de la Orden de los Jesuitas” (denominación insólita, absurda o redundante). Por otra parte, podemos hasta cierto punto admitir que un inspector de policía cultivado hable en 1954 de guerras frías o totalitarismos, pero es inverosímil que lo haga de “pensamiento único”. El ejemplar que tengo es de la segunda edición. Hay cosas que no se entienden, porque si pasan en la primera edición la corrección de galeradas del autor o del corrector de la editorial, que sigan en la segunda hacen sospechar que no sean errores. La “gran Literatura” no puede permitirse que el protagonista, en lugar de quedarse absorto, se quede “exhorto”, que allí donde debía decir la intercesión del Santo diga la “intersección” o que, rayos y truenos, entrecruzándose el haber y el hallar, se cuelen un “halla averiguado” o “el manuscrito que hayamos”. Añádase a esto que, equivocando un pronombre demostrativo, resulta que alguien pasa a ser administrador de una finca cuando fallece. La prosa perfecta a la que se alude en la presentación se encuentra, pues, muy bien disimulada. 

jueves, 26 de abril de 2018

La Biblioteca Charitas de Paula


Probablemente a estas alturas haya quien piense que la razón de ser de este blog no es otra que la de meter el dedo en el ojo ajeno. Pero una propensión natural o una reiteración estadística no bastan para reflejar una raison d'être. Así que, aunque sólo sea para llevar la contraria, dedicaremos este post al elogio de quienes en el Santuario de Paula (en la comunidad o vinculados a ella) han impulsado la apertura de la Biblioteca del Santuario, que llevaba ya demasiado tiempo infrautilizada, de modo que la consulta de sus fondos era sólo exequible a una élite. En diciembre del año pasado se inauguró la sección moderna de la nueva Biblioteca Charitas, destinada a ser abierta al público, en un espacio cuya implementación ha contado con el apoyo de la Región de Calabria. Pero hay otra vertiente de apertura tanto o más importante, en cuanto que enlaza dos finalidades que a veces pueden parecer opuestas: la consulta de los fondos antiguos y su conservación. Nos referimos a la digitalización de dichos fondos y a la posibilidad de su consulta y descarga en libre acceso on-line. Esto se halla en marcha gracias a un acuerdo operativo entre la Fondazione San Francesco di Paola y el IRCrES-CNR. Ya son 40 los volúmenes a los que puede accederse en el repositorio DigiBESS EU; aquí les pongo el enlace:



domingo, 22 de abril de 2018

Orar por el próximo Capítulo General

Con ocasión de la celebración en el próximo mes de julio del Capítulo General de los Mínimos, hace tiempo se distribuyó desde Roma entre las comunidades una oración a recitar diariamente para la preparación del Capítulo; la versión castellana es esta:

Nos encomendamos a ti, oh Padre San Francisco, en nuestro compromiso de dar testimonio en el mundo; estimula nuestra docilidad y buena disposición de renovar la conversión y reconciliación con el Señor para poder testimoniar el gozo del Evangelio.
Movidos por la Palabra que salva y renueva, queremos vivir con pasión el maioris poenitentiae intuitu, como clara manifestación de tu voluntad.
Te pedimos, Padre, que sepamos abrir nuestro corazón al Espíritu en preparación al próximo Capítulo General.
Animados como tú por la pasión de progresar de bien en mejor por la venida del Reino y la salvación de los hombres, te pedimos encarnar los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren.
De esta manera nuestra vida y actividad llevarán el sello del Charitas, motor de tus jornadas y de tu apostolado.
Sí. Todo es posible para el que ama a Dios. De la abundancia del corazón habla la boca.
Oh María, Reina y Abogada de los Mínimos, ruega por nosotros.
Nuestro Padre San Francisco, conserva a tu Familia.

Pues sí, esto es lo que venimos rezando cada día en comunidad. Como ven, no siempre en el lenguaje encarnamos el de los hombres de nuestro tiempo. ¿Cuándo fue la última vez que alguien se dirigió a ustedes con un “Oh” previo? A decir verdad, probablemente esta interjección ha quedado relegada o a la intimidad de las relaciones sexuales o al maravillarse ante los fuegos artificiales. Pero los mínimos, como pueden comprobar, todavía lo utilizamos redactando oraciones recientes.
Más cosas: de pronto, al orante se le ha ocurrido hacia el final recurrir sucintamente a María, pero la última palabra se le deja a nuestro Santo Padre, no sea que se enfade..
Más cosas: la frase evangélica “de la abundancia del corazón habla la boca”. Yo no sé si se trataba de justificar que la oración es larguita o al redactor le ha dado por poner esta frase como podía haber puesto, por ejemplo, “con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”.
Finalmente: ¿No habría sido más lógico, puestos a orar a intermediarios, recurrir al Protector de la Orden, a nuestro Patrón principal?


Addenda: se ha recibido ya la comunicación con la lista de los capitulares. El resultado de la elección de Comisos ha sido un tanto desconcertante. Salvo un par de excepciones, predominan los jóvenes recentísimos y los maduritos secundarios. La “intelligentsia” ha quedado mayoritariamente al margen. No sé a que se deba, pero sería preocupante que la razón esté en que entre las mentes más preclaras esté cundiendo el desánimo o la resignación. ¡San Miguel Arcángel, protégenos!

martes, 17 de abril de 2018

Ajuares de mínimos en Barcelona en el siglo XIX


Cuando un fraile mínimo moría en el convento de San Francisco de Paula de Barcelona en el siglo XIX se procedía a inventariar, excluidos las propiedades de inmuebles u otros eventuales derechos reales que pudiese tener (respecto a los cuales se hacía testamento inmediatamente antes de profesar), los bienes que dejaba en su celda y un tiempo después se procedía a subastarlos entre los mismos frailes. Comprobando los documentos oportunos, nos damos cuenta de que a veces existían notables diferencias. Hemos pensado comparar los inventarios respectivos tomados a la muerte del Padre Andrés Sagarra (murió en 1826, habiendo sido Corrector local el año precedente) y del Padre Juan Blanch, Lector de teología (murió en 1830).

Padre Sagarra
Padre Juan Blanch
Peculio: 82 libras, 6 sueldos , 3 dineros
3 libras, 3 sueldos
Reloj de repetición de plata
Reloj de bolsillo
15 sillas con un canapé
15 sillas con un canapé
3 hábitos con 3 capillas
2 hábitos con 2 capillas y unas mangas nuevas
2 capas
1 capa de paño
8 calzas y un pantalón
4 calzas entre buenas y malas
8 chaquetas
3 chaquetas
14 camisas
5 camisas
7 pares de medias
5 pares de medias negras y 4 de medias blancas
11 pañuelos blancos y 13 de color
3 pañuelos blancos y 12 de color
4 gorros de dormir
5 gorros de dormir
5 sábanas, 10 fundas de almohada, una colcha y un cubrecama

2 calzoncillos
unos calzoncillos
4 toallas y 13 servilletas

una chocolatera y vajilla
una chocolatera, 8 vasos y 10 jícaras, 2 cuchillos
unas medias botas
un par de zapatos
2 chalecos y manguitos
un chaleco negro
un bastón
un bastón con mango de plata
2 cortinas blancas, dos amarillentas, otras de sobremesa, una de entrada a la celda y otra de la ventana
unas cortinas de alcoba
un baúl
2 baúles
un paraguas, unas alforjas de camino, unas gafas, unos anteojos, un monóculo
un sombrero
un escritorio, un quinqué, 2 tinteros
unas tijeras, un cortaplumas, un mondadientes
una jofaina
una jofaina
un armario, dos mesas y una jaula
una mesa
una estantería con libros
una estantería
una cama con pilares y mosquitera

2 estuches de navajas con todo lo de afeitar
2 navajas con estuche y bolsa
un juego de lotería

12 estoras, un brasero de cobre, unas perchas

un crucifijo, 25 cuadros entre grandes) y pequeños, un relicario

Cáliz con patena y vinajeras, misal y cuaderno

2 albas, 2 cíngulos, 6 casullas, 21 purificadores, 21 lavabos, 3 amitos


Tal vez la ausencia de la cama y de su paramento en el caso del Padre Blanch se deba a que quien formó el inventario consideró que eran de la comunidad y no del difunto. También sorprende a primera vista el elevado número de sillas en ambos casos. Parece que las celdas tenían una considerable superficie (¡25 cuadros!). En todo caso, la situación del Padre Juan Blanch, aunque parezca un pobretón comparado con el Padre Sagarra, no era de las más paupérrimas del convento; un año después murió su hermano el Padre Pedro Blanch, su inventario fue mucho más reducido y comienza diciendo: “Peculio: deudas”...



miércoles, 28 de marzo de 2018

Mínimos y Academias

Aunque la Regla de los mínimos en su capítulo noveno prescribe, por razones de humildad, que ningún fraile reciba el grado de Maestro u otro grado, los Mínimos no han sido una Orden contraria al saber, ni, según alguna de sus siempre sospechosas cartas, parece que lo fuera San Francisco de Paula. Además, la mencionada prohibición de la Regla fue derogada por la Santa Sede en 1736, a instancia de los mínimos españoles, con el fin de que pudieran acceder a cátedras en las Universidades y siempre que los Doctorados o Maestrías obtenidos no les reportaran prerrogativa alguna dentro de la Orden.

Un ejemplo de que el saber y la minimez no son antitéticas se halla en el conocido Padre Mersenne, quien a través de las reuniones en su amplia celda conventual de la Place Royale de París y su correspondencia internacional se halla en el origen de lo que hoy llamamos la comunidad científica, es decir la circulación y el intercambio de ideas, investigaciones y resultados científicos. Y Mersenne no fue el único mínimo que se interesó por el progreso científico y cultural. Muchos otros, desde su humildad mínima, dieron especialmente en el siglo XVIII muestras de su saber y de su interés cultural. En España Pedro de Torres y Alejandro del Barco fundaron Sociedades Económicas de Amigos del País en Almuñécar y Jaén respectivamente. Muchos mínimos fueron miembros de academias locales (Ferry, Sauvade, Nuiratte, Fourcault, D'Auvergne, Sigalloux, Moreni, Pujadas, etc.), sin olvidar a los dos grandes Leseur y Jacquier, que eran académicos de París, Londres, Berlín, etc.

Algunos conventos, como Place Royale en Paris o Trinité-des-Monts en Roma, eran verdaderos centros de vida intelectual. También hoy cabe rescatar del olvido que en el humilde convento de la Victoria de Madrid, que a principios del siglo XIX ya no era la iglesia de moda que pudo ser en tiempos anteriores, tuvo sus sesiones la hoy no menos olvidadísima Real Academia de Sagrados Cánones, Liturgia, Disciplina e Historia Eclesiástica (después será Academia de Ciencias Eclesiásticas), que había tenido su sede inicial en la Real Casa de San Felipe Neri y había recalado en el convento mínimo después de unos años en San Isidro y en el convento de trinitarios calzados.

lunes, 19 de marzo de 2018

La invención de la competitividad


Enmendarle la plana a un Arzobispo Metropolitano y enmendársela en una materia en la cual es, hoy por hoy, el máximo especialista mundial supone sin duda cierto atrevimiento. Hay atrevimientos que provienen de la ignorancia y los que hay que provienen de la afectuosa confianza. En mi caso la osadía tiene su fundamento en ambos motivos, amén de que el asunto es un tema menor, que incluso habrá pasado desapercibido para la mayoría de los lectores del último libro de Monseñor Morosini (La caritas sacrificalis. Il rapporto tra penitenza e carità in San Francesco di Paola).
Entre las interpretaciones novedosas que efectúa en su libro, se halla la de la interpretación del participio de presente “contendentes” contenido en el primer capítulo de la Regla de los mínimos: “Huius Ordinis Minimorum universi fratres...ad sacra consilia scandere contendentes...” Tanto en la página 162 como en la 171 de su libro Monseñor Morosini entiende que el “contendere” ha de ser interpretado en sentido competitivo, es decir que los mínimos, en el elevarse (o escalar) a los sagrados consejos lo hacen compitiendo entre ellos, en una especie de certamen, no se sabe de si a ver quien llega antes o llega más arriba. No conozco que haya precedentes en esta interpretación. Usualmente, desde los primeros tiempos, el “contendentes” se ha traducido como un “que se esfuerzan para”, con mayor razón cuando va unido a un infinitivo (“scandere”). Una traducción castellana actual, la publicada por la Delegación de España en 1993 traduce como “se esfuerzan por ascender a la práctica de los consejos evangélicos”. Montoya, a inicios del siglo XVII, traducía: “a los consejos evangélicos procurando subir”. La versión italiana oficial, publicada junto con las Constituciones en 1986 es : “cercano d'innalzarsi alla pratica dei consigli evangelici...” (con un artificioso “mediante” previo que, ciertamente, no se halla en el original latino). El propio Morosini, cuando tradujo la Regla en 2006, da esta versión: “che lottano per elevarsi ai sacri consigli”. Ahí no parece que esa lucha sea “tra loro”, sino la lucha interior, el propio combate espiritual; en este sentido y no en otro se mueve la interpretación que en su día hizo, por poner un ejemplo más a mi favor, Sor Angeles Martín. No podemos dejar de preguntarnos, cuando la interpretación se aleja de lo usual, si la invención es realmente un hallazgo o una equivocación. Tal vez Monseñor tenga razón y, para entrar por la puerta estrecha de la salvación, realmente lo que quiere decirnos Jesús es que entremos dando codazos para abrirnos paso (Lc 13,24: Contendite intrare per angustam portam).
Yo creo que la (sana, sin duda) rivalidad que Morosini propone deriva más de su contemplatio de la Regla que del rigor de la lectio. Hay algo claro: la improcedencia de la autoridad que invoca respecto al sentido del “contendere”, que es la de la profesora Rizzini. Pues uno, por más que relee lo que la profesora escribe al respecto, tanto en el apéndice a la edición de la Regla del 2006 (a que se refiere Monseñor), como casi literalmente idéntica su intervención en el Congreso de estudios sobre la Regla celebrado en Roma aquel mismo año (actas editadas en 2011), la noción de competitividad se halla completamente ausente. Lo único que Ilaria Rizzini propone no como una idea taxativa sino como una sugerencia introducida por un condicional es una noción que, lejos de la competitividad o del mutuo desafío, se sitúa más en el ámbito de la colaboración, del esfuerzo conjunto, de la ayuda mutua.


viernes, 2 de marzo de 2018

Del Misal y la abstinencia


Por razones que no vienen al caso, hasta ahora no había celebrado mucho con la versión española de la edición tercera del Misal Romano. Por ello, algunos de los cambios sobrevenidos no los había detectado. Pero quiero detenerme en uno que me ha llamado poderosamente la atención. Se trata del Prefacio III de Cuaresma. La edición anterior del Misal castellano lo titulaba “Los frutos de las privaciones voluntarias”, y se decía esto:
“...Porque con nuestras privaciones voluntarias / nos enseñas a reconocer y agradecer tus dones, / a dominar nuestro afán de suficiencia / y a repartir nuestros bienes con los necesitados, / imitando así tu generosidad...”

El texto latino, invariado, titulaba y titula este prefacio como “De fructibus abstinentiae”, y decía y dice esto:
“...Qui nos per abstinentiam tibi gratias referre voluísti, / ut ipsa et nos peccátores ab insolentia mitigaret / et, egentium proficiens alimento, / imitatores tuae benignitatis effíceret...”

Pues bien, la nueva edición del Misal castellano hoy es acentuadamente literal. Titula “Los frutos de la abstinencia”, y reza así:
“...Tú has querido que te diésemos gracias / mediante la abstinencia / para que, nosotros, pecadores, / dominásemos con ella nuestro orgullo / e imitásemos tu generosidad / dando de comer a los necesitados...”

Por supuesto, el subrayado es mío. Resumiendo, que ni quienes en Roma prepararon la edición tercera del Misal, ni quienes en la Conferencia Episcopal Española lo tradujeron pensaron que la colectiva abstinencia era cosa superada, de otros tiempos, reconducible a quién sabe qué ignotas, indeterminadas e inseguras privaciones o penitencias personales.
En mi humilde opinión, esto lo detecta nuestro mínimo Arzobispo de Reggio-Bova y nos escribe un libro (o al menos un capítulo) sobre la riqueza espiritual de la abstinencia como acción de gracias. Y si no lo ha detectado aún, probablemente se deba a que la versión italiana sigue siendo un Tárgum del original latino:
“(I frutti della penitenza)”
“...Tu vuoi che ti glorifichiamo / con le opere delle penitenze quaresimale, / perché la vittoria sul nostro egoismo / ci renda disponibili alle necessità dei poveri / a imitazione di Cristo, tuo Figlio, nostro salvatore...”
(Nótese que dar gracias se ha convertido en glorificar, el alimentar en hacerse disponibles y lo que se imita no es ya la benignitas del Padre sino a Cristo, toma del frasco, Carrasco).

lunes, 12 de febrero de 2018

1000 maneras de rezar en el coro



O más. Nuestra Regla, en su capítulo cuarto, sobre el rezo en el coro del Oficio, rezo que es una exigencia, una obligación, un compromiso, un pasivo cierto (de ahí, que se emplee la expresión “persolvant divinum Officium”), da estas indicaciones:


  • cum tremore alacriter
  • simpliciter explicando seu computando absque notulis
  • reverenter ac caeremonialiter


La segunda indicación (el rezo sin canto) y la tercera (con reverencia y las debidas ceremonias) tienen que ver con lo externo, lo formal, en tanto que la primera, aunque tiene su reflejo en el exterior, acentúa la disposición interior (esto es, con ardor y temblor o, en la traducción parafrástica italiana, “con spirito di santo timore e di esultanza”).


A partir de aquí, son mil las maneras de rezar en coro que se encuentran en nuestras diversas comunidades y dentro de cada comunidad. Como se dice en catalán, “tants caps, tants barrets” (literalmente, tantos sombreros cuantas cabezas, equivalente a cada maestrillo tiene su librillo).


En principio, los que rezan con mucho tremore y poco alacriter, y viceversa. Hay frailes que rezan con una voz lastimera, de la que cualquier exultación está ausente, más bien parece que estén patéticamente atados al potro del tormento. Otros, en cambio, parecen rezar para un Dios sordo, como si quisieran ser oídos hasta los límites del orbe o como si antes de acudir a la cita coral se hubieran tomado media docena de bebidas energéticas. O, lo que quizás es todavía peor, hay comunidades, particularmente femeninas, en las que el rezo se uniformiza en una voz robótica y neutra. El ritmo es también un reto. Hay quien reza los versículos de un golpe de voz y, siguiendo una costumbre tradicional, intercala un silencio equivalente a decir “Avemaría” y hay quien, observando escrupulosamente todos y cada uno de los signos de puntuación, hace cabalgar un verso sobre otro sin dificultad, evitando incluso las sinalefas. Hay quien cantaría siempre todo el oficio, quien no lo cantaría nunca y quien más vale que no lo cante jamás. Conviene recordar que la prohibición del canto, interpretada en los orígenes (1508) dentro del engranaje de la vida cuaresmal, fue abrogada, por motivos tal vez en última instancia económicos, en 1754 por el Papa Benedicto XIV que permitió el uso en los mínimos del canto gregoriano.


Capítulo aparte es el del atuendo. Si durante siglos se ha observado el uso del santo hábito en coro, hoy día (a pesar de que este uso sigue siendo prescrito por las Constituciones) la vestimenta es entre los frailes más variada. Habrá influido también en ello el que, con la reducción del número de conventuales y el aumento de ancianos, frecuentemente se ha sustituido el gélido y desproporcionado coro de la iglesia (una desproporción realmente asombrosa se ejemplifica en uno de los más recientes coros extraeuropeos) por el más acogedor y familiar oratorio interno. Y así hay mil maneras de vestir en el coro: con hábito, con traje de oficinista, con camisa de camionero y jeans, con chándal, etc.; hoy en unos laudes mínimos pueden hallarse religiosos con incluso gorras, pantuflas, bermudas o chancletas.


Positivamente hay que señalar que, hasta donde yo sé, en contraste con épocas anteriores (donde la predicación o la enseñanza o su preparación respectiva fundamentaban las exenciones), no suelen haber demasiados religiosos exentos de coro. Las ausencias son excepcionales y responden en la mayoría de los casos a enfermedades que realmente impiden seguir adecuadamente esta dimensión primordial de la vida regular. Tanto es así que hemos conocido casos de frailes mayorcitos a los cuales para otras cuestiones se les iba bastante la olla, pero que, en cambio, se desempeñaban admirable y fielmente en el rezo del coro. Resulta hoy, en cambio, difícil de imaginar un caso como el del Beato Gaspar de Bono; como se sabe, en la última época de su vida padeció una enfermedad renal que le constreñía a miccionar frecuente e imprevisiblemente; no le arredró ello en su fidelidad al rezo comunitario, ya que solucionaba el problema llevándose al coro una “bacinilla”... O sea, mil y una maneras de rezar.

viernes, 5 de enero de 2018

2018, año capitular

En esta año 2018 se celebrará el 85º Capítulo General de la Orden de los Mínimos. El lema previsto para esta reunión capitular es: “Testigos de Cristo en la condición de conversión y de éxodo”. Todas las comunidades y cada religioso han tenido (o deberían haberla tenido) ocasión, desde el pasado mes de septiembre, de examinar el Instrumentum laboris elaborado por la Comisión correspondiente, de implicarse en la reflexión sobre el mismo y de aportar su colaboración para que sea tenida en cuenta en la preparación del Capítulo. El Instrumentum laboris son seis fichas que comprenden un total de 72 páginas. Algunas de las primeras fichas han sido redactadas en un lenguaje lo suficientemente abstruso como para que a uno se le quede cara de bobo y muchas de las preguntas son tan abiertas que uno se siente realmente un pazguato. Por suerte, la preclara intelectualidad de la Orden sabrá responder y hacer aportaciones provechosas para nuestro instituto.
Un servidor, que eclesiásticamente no ha pasado de bachiller, ha sacado, dentro de su falibilidad, sus propias conclusiones. Ante todo, una clara opción francisquista. No se podrá decir que la Comisión preparatoria no se halla en línea con el actual Papado y especialmente con la CIVCSA. Salida, periferias, humanización, cultura actual, pobres, humanización, contemporaneidad, mundo, humanización, interpelación, ferialidad, novedad, humanización. Modernidad, mundo moderno. El pasado es para los museos, la arqueología para los arqueólogos, no somos Indiana Jones.
Solo quiero recordar que no es la única opción posible. Que en la cristiandad hay quien plantea el futuro que se avecina en otra línea. La opción benedictina, por ejemplo. No estoy hablando del Emérito, sino de los planteamientos de Dreher y sus seguidores. El futuro nos dirá qué opción es la acertada. Mientras tanto, vamos a seguir en retroceso.
Las nuevas fundaciones pueden ser prometedoras, pero presentan interrogantes que no pueden soslayarse. Lo único sensato que puede decirse sobre ellas es que no hay que dejarlas a su suerte. Allí donde, tal vez precipitadamente, se hicieron concesiones bajo capa de inculturación, allí donde la implementación inmobiliaria se efectuó decidida e íntegramente desde el principio, allí donde se confió en la plena autonomía, es donde se ha dado lo que puede acarrearnos los mayores males, aquello que durante décadas no se produjo en nuestros probandatos y escuelas apostólicas por los que pasaron centenares y centenares de alumnos. Esperemos que no se incurra en el mismo error respecto a otra posible fundación asiática...
No faltará quien piense que, como otras congregaciones, caminamos paulatinamente hacia la extinción. Bueno, los cielos y la tierra pasarán, pero en cualquier caso tampoco se ve la necesidad de acelerar la desaparición. En esto me voy a permitir ser claro, rotundo, tajante: TOCAR EL VOTO DE VIDA CUARESMAL ES DISPARARSE EN LOS PIES. Y, sin embargo, parece que hay quien, como si no tuviera nada mejor que hacer, está ya con el arma cargada.