En esta año 2018 se
celebrará el 85º Capítulo General de la Orden de los Mínimos. El
lema previsto para esta reunión capitular es: “Testigos de Cristo
en la condición de conversión y de éxodo”. Todas las comunidades
y cada religioso han tenido (o deberían haberla tenido) ocasión,
desde el pasado mes de septiembre, de examinar el Instrumentum
laboris elaborado por la Comisión correspondiente, de implicarse en
la reflexión sobre el mismo y de aportar su colaboración para que
sea tenida en cuenta en la preparación del Capítulo. El
Instrumentum laboris son seis fichas que comprenden un total de 72
páginas. Algunas de las primeras fichas han sido redactadas en un
lenguaje lo suficientemente abstruso como para que a uno se le quede
cara de bobo y muchas de las preguntas son tan abiertas que uno se
siente realmente un pazguato. Por suerte, la preclara intelectualidad
de la Orden sabrá responder y hacer aportaciones provechosas para
nuestro instituto.
Un servidor, que
eclesiásticamente no ha pasado de bachiller, ha sacado, dentro de su
falibilidad, sus propias conclusiones. Ante todo, una clara opción
francisquista. No se podrá decir que la Comisión preparatoria no se
halla en línea con el actual Papado y especialmente con la CIVCSA.
Salida, periferias, humanización, cultura actual, pobres,
humanización, contemporaneidad, mundo, humanización, interpelación,
ferialidad, novedad, humanización. Modernidad, mundo moderno. El
pasado es para los museos, la arqueología para los arqueólogos, no
somos Indiana Jones.
Solo quiero recordar que
no es la única opción posible. Que en la cristiandad hay quien
plantea el futuro que se avecina en otra línea. La opción
benedictina, por ejemplo. No estoy hablando del Emérito, sino de los
planteamientos de Dreher y sus seguidores. El futuro nos dirá qué
opción es la acertada. Mientras tanto, vamos a seguir en retroceso.
Las nuevas fundaciones
pueden ser prometedoras, pero presentan interrogantes que no pueden
soslayarse. Lo único sensato que puede decirse sobre ellas es que
no hay que dejarlas a su suerte. Allí donde, tal vez
precipitadamente, se hicieron concesiones bajo capa de inculturación,
allí donde la implementación inmobiliaria se efectuó decidida e
íntegramente desde el principio, allí donde se confió en la plena
autonomía, es donde se ha dado lo que puede acarrearnos los mayores
males, aquello que durante décadas no se produjo en nuestros
probandatos y escuelas apostólicas por los que pasaron centenares y
centenares de alumnos. Esperemos que no se incurra en el mismo error
respecto a otra posible fundación asiática...
No faltará quien piense
que, como otras congregaciones, caminamos paulatinamente hacia la
extinción. Bueno, los cielos y la tierra pasarán, pero en cualquier
caso tampoco se ve la necesidad de acelerar la desaparición. En esto
me voy a permitir ser claro, rotundo, tajante: TOCAR EL VOTO DE VIDA
CUARESMAL ES DISPARARSE EN LOS PIES. Y, sin embargo, parece que hay
quien, como si no tuviera nada mejor que hacer, está ya con el arma
cargada.