viernes, 14 de febrero de 2020

Elogio de la sapiencia (en recuerdo de Padre Rocco)

¿Puede un mínimo permitirse ser docto? ¿Es el estudio una ocupación relevante dentro de la vida minimitana o se trata de una obligación transitoria dentro de la formación inicial? ¿Se trata todo lo más, exceptuados aquellos años iniciales, y, especialmente, cuando no tiene una aplicación practica directa, de una ocupación honesta para combatir la ociosidad? Está claro que, aunque tuvimos un fundador iletrado, los mínimos podemos tener, hemos tenido y tenemos en nuestras filas verdaderos intelectuales. Lo que no podemos permitirnos ni los mínimos, ni probablemente otros religiosos, es el orgullo intelectual. Como dijo el monje Tritemio, citado por Montalembert en su obra sobre los monjes de Occidente, “saber es amar”.
Estas líneas vienen a cuento del recuerdo del último sabio mínimo desaparecido, el Padre Rocco Benvenuto, de la Provincia de San Francisco, fallecido en noviembre de 2018. La Voce di Paola ha dedicado a su figura un número especial con numerosos testimonios de afecto y admiración. Y se ha publicado por el editor Rubbettino el último de sus trabajos, la transcripción y traducción del manuscrito francés más antiguo de la Vida de San Francisco de Paula escrita por un discípulo contemporáneo, en edición cuidada laboriosamente por Monseñor Morosini y el profesor Quaranta. 


Algunos consideramos, sin ánimo de polemizar, a Padre Rocco Benvenuto como el mejor historiador de la Orden que ha tenido la Orden desde Padre Roberti. Y esto no significa que no disintiéramos de él en algún punto específico. Padre Rocco era un sabio. Pero no un sabio que vivía aislado en sus, por decirlo así, curiosidades intelectuales. Tuvo cargos de gobierno y, aun cuando no los tenía, le preocupaba la Orden e incluso nos atrevemos a decir que, pese a su aparente serenidad y buen humor, sufría por ella.
La importancia del saber en la Orden mínima se remonta a los primeros tiempos. En 1499, todavía viviendo el fundador, el mínimo Padre Olivier compuso el libro "Le repos de conscience", que tuvo tres impresiones sucesivas. En la del impresor Gilles Couteau el prólogo se adorna con esta imagen:


Desde luego, no es un escritor con hábito mínimo, sino la típica figura del sabio de la época, esto es, cómo venía representado a finales del siglo XV. Como escribe Donatella Nebbiai en su documentadísimo “Le discours des livres” (Pur-editions, Rennes, 2013):

«C'est alors que, dans les enluminures, s'impose l'iconographie du docte, auquel on attribue souvent les traits des Pères de l'Eglise ou des évangélistes. Ce personnage est présenté seul, assis à sa table de travail encombrée de livres, méditant devant sa feuille, le regard tourné vers le haut cherchant l'inspiration, priant aussi, sans doute. L'image exalte la recherche de la solitude et de la piété; elle reflète l'aspiration au retour aux valeurs culturelles et spirituelles de la culture chrétienne de la fin de l'Antiquité que partageaient, à cette époque-là, les clercs et les savants.»


Cambiemos la “feuille” por el ordenador portátil y varios de estos rasgos podríamos encontrarlos convenientemente actualizados en el estudioso tenaz y autoexigente que fue Padre Rocco Benvenuto (r.i.p.).

2 comentarios:

  1. No veo en materia histórica ni cómo ni en qué se podía disentir de Padre Benvenuto.

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    1. ¿Cómo? Disintiendo. ¿En qué? Sólo en aquello que no estuviera plenamente documentado; tratándose de Padre Rocco, en poca cosa ciertamente. Algunos ejemplos: la denominación de la Orden antes de 1493; la identificación de Baltasar de Spigno como el personaje que lleva a cabo la primera investigación pontificia sobre Francisco de Paula; el carácter de sacerdote del testigo sexto del Proceso Cosentino para la canonización...Ya ve, cosas muy puntuales y muy pocas.

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