Parece que, una vez canonizado
Nicolás de Longobardi, y probablemente teniendo los conventos de mínimos que
encargar imágenes del santo, los artistas concernidos tendrán que pensar en
adherirle un par de alas en la espalda, vista la afición de los hagiógrafos a
colocar a San Nicolás entre las aves rapiegas. Si ya Bellantonio tituló su
biografía "Più in alto delle aquile", ha aparecido un libro en Calabria que,
prefiriendo la metáfora a la comparación, se titula: "Il falco della Trinità.
Nicola Saggio di Longobardi, il Minimo dei Minimi che trovò Dio nei poveri di
Calabria". Esperamos que la cosa se detenga aquí y que nuevos trabajos no nos
pongan a San Nicolás entre los buitres o los quebrantahuesos.
El libro, publicado por Pellegrini
Editore en Cosenza con un prefacio de Monseñor Salvatore Nunnari, es, en
algunos aspectos, mejor de lo que su desajustado título puede sugerir. Tres
autores han redactado tres partes desiguales que tienen en común la devoción
manifiesta, la pretensión literaria y la calabresidad militante.
La aportación más breve es la del
sacerdote Enzo Gabrieli quien efectúa un correcto y esmerado encuadre religioso
del Santo ("La forza della carità nella contemplazione di Dio").
Tampoco se extiende excesivamente
Gerardo Picardo en su rítmica prosa
poética, que se lee con gusto ("Umiltà e sentiero di gloria, al Sud i Santi sono
Salmi recitati sulle piazze").
No se le puede agradecer lo mismo
a Pierfranco Bruni, cuyo texto ("Nicola di Longobardi. Lungo il vento della
cristianità nella santità e nella presenza del Paolano") ocupa la mitad del
libro, tratando de embarcar al lector en un viaje del cual parece haber perdido
la brújula. Acumulación redundante de conceptos, imágenes e ideas metaesotéricas.
Tratando de encontrar un asidero, lo busca en Nicola Misasi, aquel
discutibilísimo autor decimonónico ya discutido en su tiempo por Roberti.
Utilizarlo para encajar a San Francisco de Paula y a San Nicolás en un encaje
imposible es meterse de lleno en un
idealismo mágico, que ni siquiera rebosa riqueza expresiva (uso continuado del
verbo ser: "è...è...è...è"). Poner a San Francisco, por ejemplo, como un dechado
de la tolerancia interreligiosa calabresa tiene delito. Recalcar en San
Francisco la fuerte personalidad que no hace acepción de personas y se impone
(Misasi dixit) a reyes y papas, para a renglón seguido decir que esos son los
componentes (santidad y humanidad, ¿einnn?) que han guiado la vida de San
Nicolás nos persuade de que el autor se ha echado un sueñecito entre línea y
línea. Bruni nos introduce en un laberinto del que sólo es posible salir
pasando página.
Como complementos, el volumen nos
ofrece una bien compendiada vida de San Nicolás de Longobardi, una antología de
frases del Santo, el mensaje para la canonización de Monseñor Nunnari, la carta
circular del Corrector General de los Mínimos Padre Marinelli y una brevísima,
pero deliciosa, entrevista de Sabrina Pellicone a Giuseppe Laudadio, el beneficiado
por el milagro del oblato mínimo.
Sinceramente, cuando se cansen de literatura
controvertible, vayan ustedes a las pocas palabras de Laudadio; allí hallarán
la recta devoción, la calabresidad entrañable, la belleza de la verdad.
¡Dura crítica!
ResponderEliminarPierfranco Bruni è un grande scrittore. Chi sei tu per giudicare? Secondo il mio avviso, i passi che si riferiscono alla nuova religione predetta da San Francesco sono di grande bellezza
ResponderEliminarBuen ejemplo de tergiversación el de la nueva religión, apoyado en Misasi por supuesto. La nueva religión (Orden, congregación) supuestamente profetizada por San Francisco (en una de sus cartas dudosas) era la de los Crucíferos, Orden mixta de caballeros y frailes que acabaría con mahometanos y gente impía...
EliminarY, por cierto, ¿quién soy yo para juzgar? Alguien que ha pagado 14 € por un libro y que, por tanto, puede dar su opinión. Pierfranco Bruni, siendo un grandísimo escritor (nadie lo niega), puede perfectamente mear fuera de tiesto.
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