Si en 2007 con la celebración del quinto centenario de la
muerte de San Francisco de Paula, los resultados culturales se movieron
predominantemente en el marco de un abordaje histórico crítico de la vida y
personalidad del Santo (entre cuyos ejemplos podemos citar la biografía escrita
por Giuseppe Fiorini Morosini), lo poco que hasta ahora se ha producido con
ocasión del sexto centenario del nacimiento (2016) parece sugerir una orientación tradicional
apologética trivial y muy poco aprecio por los datos rigurosos de la historia. En el más elevado
nivel esto se percibe en el mensaje que el Papa Francisco ha dirigido a la Provincia mínima de
Santa María della Stella y que tal vez comentemos más adelante.
Hoy queremos fijarnos en el emblema o logo que se ha
escogido para el evento del sexto centenario. Ha sido publicado en el
calendario del Santuario de Paula y parte de una tradición popular no sólo no
sustentada documentalmente, sino en sí misma desfigurada ingenuamente al cabo
de los años. Se trata del fuego, de la llama o llamas, del globo ardiente o
como quiera figurarse, que apareció sobre el techo de la casa paterna en Paula.
Dice, quien comenta el logo, que apareció según tradición la noche del
nacimiento del Santo. Ciertamente, una tradición adulterada o confundida.
Porque las más antiguas fuentes sitúan el hecho extraordinario en la concepción
de San Francisco y no en su nacimiento.
La más antigua referencia la han leído algunos, a lo largo de los años, en la Relatio del cardenal
Simoneta, aunque la inconcreción y el contexto en el que se habla allí de los “in
tenellis annis igniculli” abonan, en mi opinión, una interpretación más espiritual que
material. Veamos ahora cómo refiere el fenómeno uno de los biógrafos más
antiguos: Paolo Regio. Escribe:
Laonde circa l’hora di mezza notte venendo un Compare di quello per chiamarlo; acciò con lui andasse, dove il giorno avanti havean determinato per loro lavori, vidde sopra la casa di Giacomo et fè veder a molti della Terra, che chiamó a questo effetto, una chiara facella, che miracolosamente ivi era apparsa et tutto il’convicino luoco illuminava. Volendo Idio per essa significare nella procreation del fanciullo, che si faceva in quel punto, il gran splendore, che da si basso luogo dovea uscire ad essaltatione della Chiesa Santa...
Tomemos otro: Gaspare Passarello, en los Privilegia:
...(Deus) satis signi dedit, nam nocte fere media, dum Franciscus de Paula gignebatur, homo quidam pernecessarius et propinquus ipsius Iacobi, qui verbo nostrati compater dicitur, ad operam mercennariam Iacobum vocaturus venerat, cum incesas faces nocturno tempore supra eius tectum vidit: Deus hoc signum dando, lumen animi infantis pueri, qui eo in loco tum generabatur, Paulanis omnibus ostendebat...
No da versión diferente Montoya:
...Sucedió assí que la noche (mil vezes dichosa) en que este glorioso niño fue concebido, se vio sobre la casa de sus padres un globo de claríssima y resplendente luz, que como si la del sol fuera, reberverava en todo aquel contorno con maravillosos resplandores...
En la misma interpretación añeja se mueven Mena, Chappot, Du
Vivier, etc. Es verdad que muy pronto esta presentación más antigua se
deformará, tal vez por un ambiguo desliz del propio Passarello, quien en su
biografía italiana de San Francisco dice que su “natività, prima che egli
nascesse, fu dimostrata con un mirabil lume di torcie accese, visto di
notte sopra il tetto della sua casa”. Ya
en 1584, en la Vita
et Miracula de Pietro de Nobili, encontramos situadas las luminarias, no a la
procreación o “prima che egli nascesse”, sino justamente a la “hora puerperii”.
Más tarde habrá otros como Victon que concordarán las cosas multiplicando las
luces, numerosas en la concepción y no menos numerosas y resplandecientes en el
nacimiento.
En todo caso, para que quien ideó el logo se percatase del
error, le habría bastado leer a alguien tan accesible como Roberti o, si
prefiere la literaria ficción más reciente, a Daniele Salerno (bien instruido o asesorado en este particular). Lo más
paradójico es que el grabado utilizado libremente para el logo pertenece justamente a una edición de la vida de Paolo Regio (!):
¿Qué quieren que les diga? La verdad es que también a mí, de
pequeño, me gustaba más ver las ilustraciones que leer los textos. En fin,
démosle "mezzo gaudio": también un comentarista de no poco prestigio de los
grabados de San Francisco perpetró no hace muchos años, en referencia a esta
mismísima ilustración, la mismísima metedura de pata.