martes, 4 de abril de 2023

Extraños sucesos en Nigeon

 


Corría el  verano del año 1578 cuando el Obispo de Digne Henri Le Maignen procedió a la la dedicación de la iglesia del convento de los mínimos de París. Fue el domingo 13 de julio y se observaron todas las formalidades, incluidos los curiosos requisitos previos, para la celebración. Se congregó una gran multitud de gente, desde la noche del día anterior y hasta en los días posteriores (las indulgencias se concedían también durante la octava). Pero en realidad  lo numeroso del gentío no se debía sólo a motivos espirituales, sino que  la curiosidad tenía también su papel motivador. Había corrido la noticia de que habiendo sido enterrado en dicha iglesia el dueño de la hospedería del Cisne, se había presentado un hombre desconocido al atardecer del mismo día del entierro, había llamado insistentemente a la puerta de la iglesia y le había dicho al portero que quería hablar con uno de los frailes.  Uno se presentó y el desconocido le dijo que quería desenterrar al muerto y llevarse su cuerpo de la misma forma que poseía ya su alma, “para tratarlo como merecía ser tratado”.  Al buen religioso se le ponen los pelos de punta, le tiemblan las piernas, llama a sus compañeros, que vienen enseguida, tratan inútilmente de echar al desconocido. Finalmente se dirigen a la tumba del dueño de la hostelería, abren la sepultura, y se desencajan solas las planchas del ataúd, con un terrible ruido que aterroriza y paraliza totalmente a los frailes. Cuando reaccionan, el hombre desconocido y el cadáver han desaparecido, así que se ponen  a rezar. Al día siguiente la voz corre entre el vecindario, incluso se dice que la iglesia será dedicada por causa de este suceso y la afluencia de gente no es sólo por la ceremonia, sino también para ver el sepulcro del que desapareció el cuerpo. No sólo eso, sino que se rumorea también que de cuando en cuando el diablo se lleva a los frailes a lo alto del campanario y se burla de ellos.  Para desmentir estas falsedades, atribuidas a los “enemigos de la fe”, tuvo que publicarse el mismo año un opúsculo titulado “Vray discours de ce qu’est avenu en l’église des Frères Minimes ou Bons-Hommes, lez Paris”.  Casi sesenta años después todavía el Padre La Noue en su Chronicon alude a estos rumores (“vulgui rumoribus et fictitiis narrationibus”).  Lo más curioso es que el “Vray discours” termina “en passant” con el relato de un prodigio de transexualidad acaecido a unos esposos en la Francia oriental…