viernes, 19 de julio de 2019

Un mínimo "mártir" del animalismo

Últimamente parece que nos dio por descubrir la faceta ecologista de San Francisco de Paula. Monseñor Morosini ha escrito sobre ello, antes lo hizo el malogrado Padre Mediavilla y parece que no han de faltar en el futuro nuevas profundizaciones que insistan en el Francisco de Paula que resucita peces y cuida tiernamente de cervatillos, corderillos y truchas.
Sin embargo, si la historia no hubiera dejado de ser maestra de vida para convertirse en entretenimiento de desocupados bloggers, muchos de nuestros correligionarios no ignorarían que en el siglo XVII la Orden tuvo a uno de sus miembros que dio la vida por un animalito silvestre. Fue el Padre Simon Descots, natural de Rouen, que profesó en Nigeon en 1614 y que encontró la muerte en Vincennes de forma curiosa. Narra el Padre Thuillier que en verano de 1619 estaba el buen fraile estudiando la Escritura en lugar solitario y retirado cuando anduvieron por allí unos cazadores del rey, quienes , descubriendo una perdiz, soltaron a uno de sus letales halcones. El Padre Descots, compasivo y misericordioso, apiadándose de la pobre perdiz, previendo que iba a caer de inmediato entre las garras de la rapaz, empezó a gritar con toda su alma, no se sabe si para espantar al halcón, a la perdiz, a ambas y/o, de paso, a los sorprendidos cetreros. Lo cierto es que puso tanto esfuerzo en su alarido que se le rompió una vena y no hubo manera de detener la hemorragia. Vitam volucri servaturus suam amisit, resumen los autores del Actorum Eruditorum.