viernes, 15 de mayo de 2015

Corona de cortesanos y lauro de labradores


Hoy es San Isidro Labrador. Y por ello no sería inconveniente recordar aquí que la primera vida amplia escrita sobre el Santo tuvo por autor a un religioso mínimo, el Padre Nicolás José de la Cruz, que fue superior en Burgos y en Madrid y publicó la obra en 1741 (otra edición con el título más simplificado y sin el fárrago de la dedicatoria y las aprobaciones se publicó en 1790). La primera edición llevaba como título Corona de cortesanos y lauro de labradores o espejo de labradores y exemplar de cortesanos: La vida, virtudes y milagros de San Isidro Labrador...adjunta la vida, virtudes y milagros de su dignísima Esposa Santa María de la Cabeza. Lo que Dios unió que no lo separen los hagiógrafos. 

miércoles, 13 de mayo de 2015

Una argumentación extrema o sutil


No era extraño, entre los antiguos comentaristas de la Regla, el acumular argumentos cuanto trataban de defender una determinada proposición. No importaba que alguno de los argumentos aducidos resultara extremo y hasta un tanto chocante. Desde el punto de vista del autor, su omisión equivaldría a ocultar el propio ingenio, lo cual, sin menoscabo de la humildad y la modestia, podría entenderse como repudiar un talento que, en cuanto otorgado por Dios, no debía en modo alguno quedar escondido. 
Entre los muchos ejemplos que podrían aducirse traigo aquí a colación una de las razones que Peyrinis da en sus Comentarios Ascéticos para defender el patronazgo de Jesús y María sobre la Orden de los Mínimos; en concreto, en relación a María. Dice el comentarista que habiendo sido nuestra religión instituida de modo que se alimentara sólo de pescado y, como el pescado sólo se encuentra en las aguas y Dios llamó al conjunto de las aguas Mares (Gn 1,10 en la versión Vulgata: congregationesque aquarum appellavit Maria), se sigue que nuestra Orden recurra a María para su sustento espiritual y corporal. Más claro, agua.

lunes, 4 de mayo de 2015

Lo bien que lo pasamos

La vida mínima no es una vida necesariamente de amargados ni de dolientes achacosos, doy fe. La abstinencia cuaresmal no está reñida con la alegría ni con la salud. Poéticamente lo expresó Don José Tafalla Negrete. Cuatro de las composiciones incluidas en su Ramillete poético están dedicadas a San Francisco de Paula. En una de ellas, un romance, afirma que, pese a la abstinencia cuaresmal, los mínimos lo pasamos "como unos Padres". Quiero suponer que el sentido, más allá del juego de palabras, es el de pasarlo bien, en el sentido positivo que hoy se da en México al "pasarlo padre". Tafalla no era mexicano, sino aragonés, y la referencia que en el mismo romance hace a la Victoria se refiere sin duda al convento mínimo de esta intitulación mariana en Zaragoza. Aquí transcribo el romance con ortografía actual, que lo disfruten "como unos Padres":

De San Francisco de Paula
mi voz las grandezas cante,
que es Santo de los mayores,
si Mínimo de los Frayles.
Iglesias edificava
con fervor  incomparable,
pero siendo tan gran Santo
no admiro que edificase.
Él mismo al Sacro edificio
servía los materiales,
para que siempre empleado 
en buenas obras le hallasen.
No se descuydava entonces 
el maldito de tentarle,
porque cuando el Santo Iglesias
no hacía el Demonio Altares.
Mas burlábase Francisco
de sus armas y combates,
que de cuanto hacía el Diablo
nuestro Santo hacía el Ángel.
Mil veces sobre las ascuas
anduvo ileso y constante, 
pues quiso Dios que en el fuego
ni aun por lumbres se quemase.
En su Santo Refectorio
jamás se huele la carne,
y sin embargo sus Hijos
lo pasan como unos Padres.
Fue su afición el ayuno
y su penitencia grande,
y en ella la Disciplina
dicen que le hacía sangre.
Triunfó de los enemigos
y de que el triunfo alcanzase
no hay duda, pues siempre tiene
la Victoria de su parte.
 
      San Francisco de Paula con Sixto IV