Lo decíamos en otro post: “Los Mínimos hacen cosas”. Hoy nos ocuparemos de su relación con la música. De una parte, tenemos históricamente la prohibición de canto litúrgico en las Misas y el Oficio establecida en el capítulo cuarto de la Santa Regla, de forma que los clérigos de la Orden debían decirlas y recitarlo “simpliciter explicando seu computando absque (o sine) notulis”. La prohibición fue reiterada por el Breve Licet anno de 1508 de Julio II, documento que además exponía las razones de humildad y penitencia que justificaban la prohibición: “eorum minimo nomini suaque vitae quadragesimali apto et convenienti”. Hubo que esperar a 1754 para que Benedicto XIV, a instancias del Procurador Galindo, permitiera con la constitución Romanus Pontifex el uso del canto gregoriano por frailes y monjas mínimos con variopintas razones, que encubrían la tal vez más importante (la de orden económico).
Pero la música no fue por ello terreno vedado a los Mínimos. En el siglo XVII la egregia figura de Mersenne ocupará un puesto prominente en la historia de la música con su Harmonie universelle; incluso nos atreveríamos a decir que en las últimas décadas la musicología abunda en estudios que tienen al sabio mínimo como referente. En el mismo siglo XVII no falta tampoco algún cantautor ocasional como el loco siciliano Castellucci. Ni algún otro erudito como Thibaut. Aquí va una muestra de Mersenne:
En el siglo XVIII otro siciliano, este sin duda por influencia familiar, estudiará música: el Padre Catalisano. Cabe también referirse a los religiosos que sobresalieron como organistas: en Tours el Padre Colardeau, en Mallorca Florit, y en Aragón el revolucionario Gasque y el apasionado Bartolomé de Aguilar.
En el siglo XX diversos religiosos mínimos hicieron estudios superiores de música: en la Provincia de Génova Padre Accardo (+1983), en la de Nápoles Padre A. Paciolla (+1999) y en nuestros lares el Padre Casas (+2019). Son aquellos de los que tengo noticia, ignoro si hubo otros. Ni faltaron amateurs como el Padre Calleja, de la comunidad madrileña de Entrevías, que con su grupo de jóvenes acordeonistas (Los Intras) recorrieron no pocos pueblos en fiestas poniendo música tanto en las celebraciones sagradas como en los bailongos profanos. En la actualidad sabemos que en la Provincia de Paula han compuesto himnos y cantos el Padre Trebisonda y el Padre Scalise. Aquí tienen los vídeos de obras de uno y otro:
Últimamente ha destacado también como cantante el Padre Cassano. Aquí lo tenemos recientemente en Paula:
Y aquí en un dueto con la famosa Martirano:
En los años 90 tuvimos un cantautor que alcanzó cierto renombre: el Padre Spiro. Se publicaron dos CDs: "Dio dell’infinito" y "Le voci del silenzio". De este último escuchen un canto a la presencia divina con aires de amorosa balada:
Spiro se secularizó, pero ha continuado con sus experimentos musicales, dándolos a conocer en su canal de Youtube. Especialmente conmovedora por lo sincera y lo sentida es la canción schubertiana que dedicó al malogrado Padre Benvenuto:
Para tener en nuestra Regla un capítulo en cuyo título figura la observancia del silencio, no está mal lo musicales que resultamos...