lunes, 29 de octubre de 2018

Dios vuelve en un Ferrari


Si Joan Brady fuera italiana, probablemente su novela se hubiera titulado como titulo yo este post. Porque si la Harley es un buen símbolo de la libertad americana (all for freedom, freedom for all), el Ferrari forma indudablemente parte del orgullo italiano. En uno y otro caso, son libertades y orgullos al alcance de no todos los bolsillos. Y todo esto, ¿qué tiene que ver con los mínimos? Pues mire usted, más bien poco, simplemente era para introducir esto:



Ahora vendrán los fastidiadores de turno, los dedicados a arruinar las fiestas, a decirnos que “vaya opción por los pobres” o que los hijos de San Francisco de Paula sólo tendrían que bendecir fiats panda. Estos no se acuerdan del Ferrari Enzo regalado a Juan Pablo II y vendido con buen criterio moral por Benedicto XVI en el 2006; en el 2015, con el Grande ya canonizado, el automóvil sextuplicó su valor en una subasta. O, sin ir más lejos, al mismísimo Papa Francisco la marca Lamborghini, que tampoco es moco de pavo, le regaló uno de sus “Huracán”.

¿Vuelve Dios en un Ferrari? En principio, ni de coña, aunque Dios es muy libre de volver y montar en el vehículo que le plazca. Pero la bendición tiene su miga. Al menos, yo se la encuentro en las palabras introductivas del Padre Antonio antes de proceder ritualmente. Me parece escuchar: "(Dio) è la nostra vera Ferrari..." Y, a partir de aquí, que trabajen los mecánicos de la hermenéutica.

(Por cierto, el acetre también se las trae, ¿no parece una bacía de barbero?)

domingo, 14 de octubre de 2018

El dilema del pintor

El escultor Manuel Fuxá no tuvo dilemas cuando se trató de elaborar la escultura representando a Bernardo Boyl en el Monumento a Colón de Barcelona. En 1888 todavía no se había desatado la polémica seria sobre el instituto religioso al que Boyl pertenecía cuando marchó a América con Colón en 1493. Por más que los mínimos lo hubiesen reivindicado en la historia, en Barcelona estaba bien asentada la interesada convicción de que Boyl era catalán y monje benedictino de la abadía de Montserrat, a lo que se añadía la leyenda de los 12 primeros misioneros que llevó consigo procedentes de aquel monasterio.

En 1892, con ocasión del cuarto centenario del descubrimiento, el Ayuntamiento de Barcelona decidió colocar un retrato de Boyl en la Galería de Catalanes Ilustres. Esta vez la cuestión no fue tan pacífica. Los estudios de Fidel Fita y Jaime Collell habían desatado la polémica sobre si benedictino o mínimo, hasta el punto que el pintor encargado (Federico Trías Giró) no sabía en 1893 con qué hábito pintarlo. Además, como se defendía por algunos autores su origen aragonés (realmente lo era) no faltó quién se preguntó sobre si el Ayuntamiento no tendría que revisar su decisión.
Finalmente, Boyl fue pintado con hábito mínimo y su retrato colocado en la Galería de Catalanes Ilustres (actualmente ubicada en la Real Academia de Buenas Letras) en 1897, efectuando a la sazón un discurso biográfico Jaime Collell. El discurso, convenientemente ampliado y mejorado hasta ser convertido en un verdadero Estudio histórico-crítico, vio la luz en 1929, bajo el título "Fray Bernardo Boyl primer apóstol de América" en edición costeada por los mínimos de Barcelona con ocasión del Congreso y Exposición Misional que se celebraron dentro del marco de la Exposición Internacional celebrada en la ciudad.