jueves, 4 de agosto de 2016

Olor de santidad



Joris-Karl Huysmans, en su En Route, pone en labios del oblato Bruno discurseando con Durtal sobre los olores que exhalan los santos estas palabras: "Quand saint François de Paule et Venturini de Bergame offrent le Sacrifice, ils embaument". Bueno, nada diremos de Venturino de Bérgamo, sobre si se ahorraba o no el incienso cuando celebraba, pero la afirmación sobre San Francisco de Paula ofreciendo el sacrificio resulta impropia. Aunque podría forzarse una interpretación intencional, en el contexto se entiende que quien ofrece el Sacrificio (de la misa) es el sacerdote, condición de la que San Francisco de Paula carecía. A Huysmans le hubiese bastado leer a su contemporáneo Dabert para enterarse que, independientemente de si participaba o no en la santa misa, “il imprègne (l'habit) pendant le travail d'une sueur abondante, et cet habit exhale une odeur agréable comme le parfum des fleurs”. Es verdad que aquí hay ya un cierto tratamiento hagiográfico típico, pero tiene un lejano sustento en una de las declaraciones del proceso tramitado en Cosenza para su canonización; allí el testigo Francesco de Florio depone que “et odorava la persona sua ad modo di musco”. Un olor, pues, silvestre, no necesariamente floral, pero tampoco forzosamente desagradable, más si tenemos en cuenta que en la época el baño distaba mucho de ser una práctica habitual.