¿Puede un mínimo
permitirse ser docto? ¿Es el estudio una ocupación relevante dentro
de la vida minimitana o se trata de una obligación transitoria
dentro de la formación inicial? ¿Se trata todo lo más, exceptuados
aquellos años iniciales, y, especialmente, cuando no tiene una
aplicación practica directa, de una ocupación honesta para combatir
la ociosidad? Está claro que, aunque tuvimos un fundador iletrado,
los mínimos podemos tener, hemos tenido y tenemos en nuestras filas
verdaderos intelectuales. Lo que no podemos permitirnos ni los
mínimos, ni probablemente otros religiosos, es el orgullo
intelectual. Como dijo el monje Tritemio, citado por Montalembert en
su obra sobre los monjes de Occidente, “saber es amar”.
Estas líneas vienen a
cuento del recuerdo del último sabio mínimo desaparecido, el Padre
Rocco Benvenuto, de la Provincia de San Francisco, fallecido en
noviembre de 2018. La Voce di Paola ha dedicado a su figura un número
especial con numerosos testimonios de afecto y admiración. Y se ha
publicado por el editor Rubbettino el último de sus trabajos, la
transcripción y traducción del manuscrito francés más antiguo de
la Vida de San Francisco de Paula escrita por un discípulo
contemporáneo, en edición cuidada laboriosamente por Monseñor
Morosini y el profesor Quaranta.
Algunos consideramos, sin
ánimo de polemizar, a Padre Rocco Benvenuto como el mejor
historiador de la Orden que ha tenido la Orden desde Padre Roberti. Y
esto no significa que no disintiéramos de él en algún punto
específico. Padre Rocco era un sabio. Pero no un sabio que vivía
aislado en sus, por decirlo así, curiosidades intelectuales. Tuvo
cargos de gobierno y, aun cuando no los tenía, le preocupaba la
Orden e incluso nos atrevemos a decir que, pese a su aparente
serenidad y buen humor, sufría por ella.
La importancia del saber
en la Orden mínima se remonta a los primeros tiempos. En 1499,
todavía viviendo el fundador, el mínimo Padre Olivier compuso el
libro "Le repos de conscience", que tuvo tres impresiones sucesivas. En
la del impresor Gilles Couteau el prólogo se adorna con esta imagen:
Desde luego, no es un
escritor con hábito mínimo, sino la típica figura del sabio de la
época, esto es, cómo venía representado a finales del siglo XV.
Como escribe Donatella Nebbiai en su documentadísimo “Le discours
des livres” (Pur-editions, Rennes, 2013):
«C'est alors que, dans les enluminures, s'impose l'iconographie du docte, auquel on attribue souvent les traits des Pères de l'Eglise ou des évangélistes. Ce personnage est présenté seul, assis à sa table de travail encombrée de livres, méditant devant sa feuille, le regard tourné vers le haut cherchant l'inspiration, priant aussi, sans doute. L'image exalte la recherche de la solitude et de la piété; elle reflète l'aspiration au retour aux valeurs culturelles et spirituelles de la culture chrétienne de la fin de l'Antiquité que partageaient, à cette époque-là, les clercs et les savants.»
Cambiemos
la “feuille” por el ordenador portátil y varios de estos rasgos
podríamos encontrarlos convenientemente actualizados en el estudioso
tenaz y autoexigente que fue Padre Rocco Benvenuto (r.i.p.).
No veo en materia histórica ni cómo ni en qué se podía disentir de Padre Benvenuto.
ResponderEliminar¿Cómo? Disintiendo. ¿En qué? Sólo en aquello que no estuviera plenamente documentado; tratándose de Padre Rocco, en poca cosa ciertamente. Algunos ejemplos: la denominación de la Orden antes de 1493; la identificación de Baltasar de Spigno como el personaje que lleva a cabo la primera investigación pontificia sobre Francisco de Paula; el carácter de sacerdote del testigo sexto del Proceso Cosentino para la canonización...Ya ve, cosas muy puntuales y muy pocas.
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