viernes, 19 de julio de 2024

Dimitte mortuos sepelire mortuos suos

 


Cada cual lucha contra las tendencias depresivas como puede. Algunos utilizan fámarcos, otros acuden a terapias no baratas. Pero otros las combatimos a base de humor con cierta dosis de sarcasmo, lo siento, cada cual hace lo que buenamente puede.

“Chi sta bene non si muove”. Con esta frase inicial me comunicó un compañero hace un par de días la reelección de la misma Curia Generalicia en el Capítulo General celebrado en Roma. Al parecer, los Padres capitulares, considerando la, al parecer, excelente labor realizada por el magnífico equipo de gobierno en el sexenio pasado, se han decantado por la justa reelección. Los Padres capitulares están bien y no se han movido. Es verdad que en las votaciones puede influir tanto el interés como la inteligencia que, aunque empiecen por las mismas cuatro letras, no coinciden necesariamente, pues el interés mira a lo personal y la inteligencia a la objetividad. Bueno, en todo caso así es la democracia, el pueblo soberano (directamente o por medio de sus representantes cualificados) habla y elige así, interesada o inteligentemente, a la flor y nata de los gobernantes: Biden, Maduro, Sánchez, etcétera...

En todo caso, uno se siente todavía corresponsable y no puede aguantarse las ganas de ayudar a la gobernanza de la Orden; por ello, me permito alguna sugerencia. Por ejemplo, que el equipo de gobierno recién reelegido aproveche este verano para hacer un curso acelerado de tanatopraxia o algún master de agente funerario. Porque de aquí al 2030 les va a tocar enterrar Provincias, Delegaciones y Comunidades. Eso requiere respeto por los allegados, tener la compostura adecuada, organizar velorios como Dios manda. La cercanía cotidiana con la muerte no es fácil ni se improvisa. ¡Fórmense!

Al hilo de este Capítulo, a uno se le plantean algunos interrogantes. Voy a indicar sólo uno: ¿para qué sirve la Audiencia papal? Digo objetivamente. Subjetivamente siempre habrá frailes o monjas papólatras que sentirán cierto calorcillo sensible al contemplar a Papa Francisco a menos de 20 metros de distancia. No digamos ya si les da la mano (igual sienten lo mismo que preveía sentir un compañero de la mili, han pasado ya 45 años, si pudiera darle la mano a Sofía Loren, aaaaaah). Si realmente el Papa dijo lo que los medios dicen que dijo, la Audiencia papal se me antoja una verdadera pérdida de tiempo. Tristemente no hay que ser muy inteligente ni muy interesado para captar que este pontificado se está caracterizando por reavivar la vida consagrada en la misma medida que está consiguiendo promover la unidad o defender la verdad católica, o sea no excesivamente.

Otra sugerencia, esta para el Vicario-Procurador General: hágase vuestra Paternidad con una buena provisión de dulces (las monjas de Archidona los elaboran deliciosos), de modo que pueda obsequiar a los funcionarios/as/es de la CIVCSVA y se repriman un poco las ganas de decirle “altra volta qui, Padre?” cuando les vaya con un nuevo expediente de secularización.

Por otra parte, también hay que constatar que, si se tiene un buen seguro funerario, es más barato enterrar que mantener con vida. Basta un tipo fornido con una pala, terreno no falta. En la Curia Generalicia hay algunos asistentes que se ven bien alimentados, así que van a necesitar menos medios. Supongo que como en los Capítulos anteriores el Ecónomo General se habrá quejado de que algunas comunidades no envían las contribuciones establecidas a Roma. Bueno, considerando que no hay procedimiento ejecutivo ni recargos ni intereses de demora y que con la edad nos vamos volviendo olvidadizos, pues con aquello de “no sé donde tengo la cabeza, se me olvidan las cosas”, va a dar lo mismo pagar contribuciones en los primeros días del trimestre siguiente como al cabo de un año o como nunca. Los sepultureros no están muy bien pagados. Y total, cuando vengan a enterrar a la comunidad, ya harán Caja. O no. Porque igual algún Ecónomo local se convierte inesperadamente en admirador del Papa Francisco y el dinero se dona a Open Arms (para que vengan todos, todos, todos), a Greenpeace (Laudato si’, Laudate Deum) o a ayudar a la construcción de mezquitas (que somos todos hermanos y hay imanes muy inspiradores). Total, que igual cuando nos visiten no queda un duro... Y siempre será mejor eso que no que el dinero se vaya por apropiaciones indebidas o pagando indemnizaciones por abusos. Nada, cosas que uno piensa cuando se siente de otra galaxia...




lunes, 15 de julio de 2024

De Superiores, súbditos y navegaciones

 

No sé si a estas alturas el Capítulo General de los Mínimos celebrado en Roma habrá elegido ya al Corrector General (lo saben, en cambio, con toda seguridad los novicios y las monjas de clausura). Elegirlo no ha de ser tarea fácil en este momento difícil que nuestra Orden  está viviendo. Y no lo es porque en nuestra Orden no hay hoy día, que yo sepa, capacidad clara de liderazgo. Esta no es una carencia reciente. Tuvimos en el pasado siglo un General con liderazgo poco discutible: el Padre Savarese. Después de él ha habido un Corrector General santo y espiritual, otro que hizo lo que pudo y supo, un reputado profesor con actitudes incomprensibles que se reveló muy incomprensivo con los súbditos, un reformador cuyo programa fue aprobado explícitamente por el Capítulo pero cuya aplicación fue evitada y frustrada por la mayor parte de los frailes, y para terminar dos Generales que no han tenido otro programa de gobierno que la inhibición. Cuando la nave atraviesa el temporal (y créanme que el temporal actual es por lo menos de fuerte marejada) y más tratándose de una nave pequeña como la nuestra (pero con pesado bagaje), nos limitamos unos y otros a achicar como podemos, más si al mando se halla alguien cuya única intención declarada es capear torpemente el temporal (y encomendándose a la Agenda 2030 y al Papa Francisco). Si no hay alguien que de verdad tenga un poco de visión de navegación, de previsión de futuro y de marcar un rumbo claro, vamos a continuar simplemente achicando. Y pienso que no, no lo hay. Además, hay un peligro añadido que en algunas partes ya se está concretando. Si la tripulación tiene la impresión de que el capitán y sus oficiales la llevan a la deriva, los motines, expresos o larvados, detectables o inapreciados, surgen. Surgen cuando se toman decisiones vocacionales no simplemente equivocadas, sino concretadas en errores garrafales. Surgen cuando las pocas opciones de gobierno resultan ambiguas o superficiales. Surgen cuando se sacrifica a las vocaciones auténticas favoreciendo a las vocaciones falsas (las vocaciones son como la moneda, la falsa hace desaparecer a la auténtica). Surgen cuando alguien que tenía el estatus de tripulante acaba sintiéndose como un condenado galeote al que pretende marcarle el ritmo el último grumete. Cuando esto se tolera, los tripulantes más conscientes empiezan por construirse su propia barcaza de salvamento (“sálvese quien pueda”), ni reman ni achican (“no vale la pena”), no atienden a directrices (“inútiles pendejadas para cubrir el expediente de Adviento-Cuaresma”) y acaban por comportarse en el mejor de los casos como simples pasajeros...