lunes, 28 de octubre de 2024

De polvo, gusanos y de “se non veri, ben trovati”

 


Dejo descansar mi particular visión sobre la marcha actual de la congregación (no, no me he corregido, es sólo una tregua temporal) para abordar una cuestión relativa a un texto particular del Correctorio, en concreto este pasaje del número 75 referido a los frailes letrados (los instruidos en Letras) que no han de pretender por ello prerrogativas: “neque alicui etiam praestantissimo viro sic stare molestum sit, cum Rex gloriae sic pro nobis vermiculis in pulvere humiliter sederit”, que en la traducción publicada en 1993 por la Delegación de España dice así: “Y esto no se les torne cosa gravosa por eminentes que ellos sean, cuando el mismo Rey de la gloria se rebajó humildemente hasta el polvo por nosotros, pobres gusanillos”.

El infatigable Monseñor Morosini ha utilizado repetidamente este pasaje en relación a la virtudes de la humildad y de la obediencia fundamentadas en el misterio de la encarnación, tomando como apoyo bíblico el himno del capítulo 2 de la carta a los Filipenses. Recientemente, en un artículo aparecido en el número 3 de la revista Paenitemini sobre Fil 2,5-11, Padre Franco Santoro amplía las referencias bíblicas directas tanto del polvo (Génesis 2,7; 3,19; Salmos 44, 26; Isaías 47,1; Job 42,6; Josué 7,6; Apocalipsis 18,19) como de los gusanos (Salmos 22,7; Isaías 41,14).  Como yo no soy "vir praestantissimus", puedo, sin embargo, permitirme con temerario atrevimiento y sin temor de perder pizca de prestigio (en cuanto carezco de él) manifestar que aquí Padre Santoro me ha hasta cierto punto decepcionado, al omitir la concordancia bíblica en la cual más directamente polvo y gusanos van de la mano. Me refiero al versículo del Libro de Job en el cual se pone de manifiesto el destino igualmente mortal de la vida dichosa o amargada. Dice Job 21,26: “Et tamen simul in pulvere dormient, et vermes operient eos” (en la traducción de la Biblia de Jerusalén: “Juntos luego se acuestan en el polvo, y los gusanos los recubren”). En Filipenses 2, 8 el rey de la gloria culmina su humillación y su obediencia “hasta la muerte y muerte de cruz”. Vamos, que si se pone uno a comentar con la creatividad acostumbrada de los comentaristas mínimos italianos, podría referir perfectamente el "sedere in pulvere" del rey de la gloria a su muerte para alimentarnos (darnos vida) a nosotros (los gusanos). ¿Parece broma? No, no, pónganle en bandeja esto a Monseñor Morosini y es capaz de escribir veinte páginas incluso con derivaciones eucarísticas...


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