martes, 25 de marzo de 2025

Más sobre el cuarto voto de los Mínimos (y un quodlibet sinodal)

 

Uno de los problemas con los que se lidia en la vida religiosa es la propia autopercepción, lo que pensamos (no lo que decimos) de nosotros mismos. Todavía mi Maestro de Novicios (RIP) defendía en su momento, hace varios lustros, que el nuestro era el mejor de los Institutos religiosos, recogiendo aquella mentalidad tradicional en la Orden que hacía del voto de vida cuaresmal el voto más importante, más exigente, más valioso dentro del conjunto de los cuartos votos de los religiosos. Se diría que hoy llevamos ese cuarto voto como una especie de accesorio poco relevante. El cuarto y, digámoslo claro, los otros tres. Y la desvaloración de nuestro ser religiosos es directamente proporcional a la convicción de la sinodalidad eclesial, sinodalidad para algunos inaceptable y para el común de los creyentes inaceptada, que, sin embargo, Roma se empeña en prolongar ahora por otros tres años, en una pueril actitud de “sostenella y no enmendalla”. Hace tres años que no encuentro fruto en ella, pues nada, no déjala ya un año más, sino venga, tres años más de dar la matraca. Aparte de tenernos entretenidos y justificar el nombramiento de algunas mujeres en puestos eminentes del gobierno eclesial (féminas que nunca sabrán si fueron nombradas por su sexo o por su valía), los buenos frutos de todas estas reuniones, documentos, etc., no se ven por ninguna parte. Parece que todo va a quedarse en un grupete de amigos, reunidos en torno a una hoguera de campamento, cantando cancioncitas de la desfasada pastoral obrera.



Respecto a la presencia de mujeres en los centros de decisión, animo a los mínimos convencidos sinodales, comenzando por nuestro Padre Reverendísimo, a que lleven las consecuencias hasta el final y formulen propuestas valientes. Les facilito las cosas con una sugerencia. Podemos aceptar que las mujeres no puedan acceder a la ordenación sacerdotal (hasta Papa Francisco parece descartarlo). Pero nada de derecho divino les impide estar al frente de una Orden. Si en el antiguo régimen las monjas mínimas dependían de los respectivos Provinciales, ¿qué impedimento hay ahora para que, de acuerdo con los prespuestos sinodales, dependamos frailes y monjas de una Correctora General? Si al frente del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica puede estar una religiosa, ¿por qué no podría estarlo al frente de la modesta Familia mínima? Tenemos en la Segunda Orden monjas sobradamente preparadas, eso es indiscutible. Entiendo que alguien dirá: ¿qué hacemos con el Padre Reverendísimo? No problem. Si en el Dicasterio, hay un Pro-prefecto, aquí podríamos tener un Pro-Corrector. ¡Solucionado! No dejemos escapar esta oportunidad. Por una vez los mínimos nos situaríamos en la vanguardia eclesial, seríamos el no va más. Incluso pienso que Padre Gregorio podría ganarse legítimamente la púrpura y ser nombrado por Papa Francisco como el primer Cardenal mínimo. Ufffff!

Volvamos al cuarto voto. Hubo un tiempo en el que nos identificaba y nos distinguía, en el doble sentido de no confundirnos con los demás y de darnos un cierto empaque, una cierta distinción. Hoy difícilmente se hallaría en la Orden un celoso miembro como el PadreGabriel López, conventual en la Victoria de Madrid. ¿Qué hizo este personaje en el siglo XVII, además de escribir un estimable libro sobre la Eucaristía? Pues resulta que el portugués agustino Manuel de la Cerca publicó en Coimbra un libro en el que afirmaba que el cuarto voto de los Mínimos era un voto simple, no solemne, en cuanto la solemnidad sólo podía predicarse de aquellos votos que eran substancia y esencia de la Religión. Hoy en día esto no hubiera suscitado más que bienintencionada indiferencia, pero en aquellos tiempos constituía una verdadera afrenta, un agravio, un casus belli, pues el cuarto voto de vida cuaresmal se tenía por tan esencial a la Orden que el citado Padre López denunció lo aseverado por el agustino (por ser falso, inútil y escandaloso) al Consejo Supremo de la Inquisición, el cual, consultando a los Calificadores, acabó dando  un decreto el 8 de junio de 1626 mandando borrar aquellas proposiciones del libro. Para aquellos a los que les gusta conocer las fuentes, pueden leerlo en Montoya, en su olvidado "Sentido metafórico literal...", aquí.  

Lamentablemente, parece que en esta temática, de tanto escuchar al mundo, nos ha dado por pasar página y que estas cosas pertenecen a un pasado del que alguien ha cerrado la puerta. Que persista todavía nuestro cuarto voto parece puro milagro, es algo que sorprende cada día que pasa, esa sobrenatural persistencia humilde, aunque constatando que los tiempos en que era percibido como una benemérita virtud y no una rémora son tiempos que no volverán.  No volveremos, es como una canción de desamor de las que cantaba Chavela Vargas.


(Por cierto, ha llegado ya la carta del General sobre la Cuaresma, expedida el Miércoles de Ceniza, más vale tarde que nunca, otro día les cuento, como ven, no hay prisa, al menos en la Delegación de España)

viernes, 21 de marzo de 2025

“Che guardi lo suo e non sa impachi de le cose de altri” (San Francisco de Paula)

 Parece que los jerifaltes de Europa occidental se han empeñado en hacer sonar los tambores de guerra. Cuando del otro lado del Atlántico se han posicionado en pro de una pacificación, de esta parte se pretende seguir con la confrontación y se insiste en la necesidad de rearmarse. Algunos paragonan el momento presente con las circunstancias que precedieron al estallido de la Primera Guerra Mundial. Los Mínimos en esto, como en todo lo demás, pintamos poco y oficialmente no haremos sino lo que hizo oficialmente la Iglesia de Papa Francisco cuando la pandemia: dejarse llevar y obedecer a lo que la oligarquía y los medios por ella subvencionada nos manden. Tocaba entonces encerrarse y vacunarse, de modo que a los que no sucumbimos a las repetidas consignas se nos predecía la enfermedad y la muerte (Draghi dixit). Ahora toca aumentar el gasto en defensa y hasta, si cabe, mandar tropas a la Europa oriental. Pero a algunos díscolos nos da por recordar a San Francisco de Paula, al real, al histórico, no a ese ficticio pacificador interreligioso que nos ha querido presentar últimamente alguno de nuestros pastoralistas mínimos. San Francisco oraba por la paz “entre los príncipes cristianos”,  porque el peligro estaba entonces en el Turco, como ahora lo está en el Panislamismo creciente tan protegido por las oligarquías antes mencionadas. Podemos recordar la declaración del testigo tercero del proceso cosentino:

“...Francisco Patre per quello che Dio ve spira che serano di queste guerre se fano in Tuschana dicto frate Francisco dixe queste guerre sarano niente che se sopiranno ma io vedo  de mo lo Turcho intrato in questo reame ma lo agio scritto alla Maesta del Signor Re che guardi lo suo et non sa impachi de le cose de altri...”

Cambiemos Toscana por Ucrania. No se nos ha perdido nada en Ucrania. Y sé que esto puede sentar muy mal a alguno de los frailes mínimos ucranianos (probablemente ninguno de ellos nacido en el Dombás). Pero me bastaría recordarles que los 200.000 y pico de refugiados ucranianos que tenemos en España no son todos ancianos y niños, sino que una tercera parte son adultos (de uno y otro sexo, seamos igualitarios) en edad militar. Así que pónganse las botas y vayan ellos los primeros/as a morir a las órdenes de ese personaje que se pasea por las Cancillerías y los medios de comunicación vestido de caqui, como si fuera Arafat redivivo. Aquí tenemos una amenaza creciente y real que viene del Sur y no del Este. Sabemos, a no ser que queramos engañarnos, que el Reino de Marruecos tiene los ojos puestos no sólo en las plazas de soberanía de Ceuta y Melilla sino en las mismísimas Canarias. Es sólo cuestión de tiempo y si de momento no hay conflicto abierto, es por la multitud de concesiones comerciales, tecnológicas y financieras que desde España se están haciendo al reino alauita. Lo que una vez fue tierra musulmana debe serlo siempre, así que después de todo, no harían, bajo su perspectiva, más que recuperar lo suyo (el Islam ha retrocedido en pocos lugares: España, Israel, los Balcanes, pocos más).   Y cuando haya conflicto lo vamos a tener muy mal con un millón de marroquíes en nuestro país, sin contar los nacionalizados (que crecen a razón de cincuenta mil cada año) y que, por muy nacionalizados que estén, conservan la fidelidad personal y espiritual  a su rey de origen. Quien quiera engañarse  imaginando una integración efectiva de esta población que lo haga (los atentados del 17-A los llevaron a cabo jóvenes modélicamente integradísimos). La realidad es tozuda.

Es difícil en la actualidad orar por la paz “entre los príncipes cristianos”, principalmente porque de cristianos tienen poco. Piénsese sólo que nuestro Jefe de Estado ostenta nada menos que el título de Rey de Jerusalén y que, cuando su toma de posesión, no se hizo ni un modesto Te Deum. Bueno, al menos en los homenajes a los caídos tararea “La muerte no es el final”. Algo es algo.


Menos exportable es aun la idea a otros Estados europeos. Sea como sea, algunos de los gendarmes de la Comisión Europea + Reino Unido han dado el pitido de salida y hale, todos a las armas, aunque cuando escribo esto se dice que Trump y Putin han mantenido una conversación de dos horas que podría haber encarrilado la paz.



 Me acuerdo que hace cuarenta y cinco años, durante mi servicio militar, estábamos con mi camarada Ignasi rellenando los cargadores para el chopo, cuando al tipo no se le ocurrió otra idea que con la punta de una de las balas golpearme con fuerza en el antebrazo. Solté un grito de dolor y no me acuerdo si me acordé de su madre, aunque apostaría que sí. Pero recuerdo su respuesta: “Imagina’t amb la mala llet que surten del fusell”. Sí, con la fuerza con  la que salían del CETME, aunque procedieran de 500 metros de distancia, aquellos proyectiles tenían que doler indudablemente muchísimo. 


Pienso yo que si alguien les diera un golpe en el trasero (que es parte más acolchada que el antebrazo) con la punta de un proyectil de calibre 7,62 a los Macron, Von  der Leyen, Ribera, Starmer, Sánchez, Feijoo, etcétera, acaso tendrían un incentivo para meditar mejor ciertas decisiones... Pero lamentablemente eso no va a ocurrir, así que lo más probable es que en un plazo relativamente corto nos encontremos con la estúpidamente enésima versión de “Armiamoci e partite” y la inmensa mayoría salga, como cuando la pandemia, espoleada por la “pedagogía” de los medios de comunicación subvencionados, a aplaudir, como zombies, a los balcones.


Ya ven, uno se pone con el blog y se mete hasta en cuestiones de política internacional (caramba, cuidadín, recuerdo que nos dijo el Padre General que hay que escuchar al mundo, por tanto, chi obbedisce non sbaglia como decía mi Maestro de Noviciado). Pillo el blog y crece mi atrevimiento, no puedo evitarlo, me ocurre como a Harry Dean Stanton RIP en la greatest night de su vida, que cuando pillaba la armónica, era capaz de cortarle el canto al mismísimo Kristofferson RIP (como si este no tuviera bastante penitencia con Johnny Depp a su derecha haciendo el tonto con la guitarra); pueden verlo aquí (y noten cómo Paz Lenchantin, la bajista minifaldera, invita a otros a acercarse, pero ella se mantiene a prudente distancia, como para no contagiarse de la locura de aquellas viejas glorias):


(Esperando de corazón que “el mañana que se vaya al diablo” sea sólo literatura musical, lyrics, hablar por hablar)