jueves, 14 de enero de 2016

Sexto centenario de San Francisco de Paula: un mensaje papal


El Papa Francisco ha dirigido un Mensaje a la Provincia mínima de Nuestra Señora de la Stella con ocasión del 6º Centenario del nacimiento de San Francisco de Paula. Ciertamente, causa estupefacción que el mensaje vaya dirigido sólo a una parte de la Orden (?)  y, si hacemos caso a ciertas fuentes, que se presente como emitido casi motu proprio (!).  Además, aunque recogida la noticia por agencias solventes, no deja de ser sorprendente que no haya visto luz pública ni en la página oficial de la Orden, ni siquiera a día de hoy en la página de la Provincia destinataria. El texto ha sido publicado, sin embargo, en la página de la Consulta Generale di Pastorale Giovanile Minima, que con tanta dedicación  y acierto cuida el incansable Padre Cozzolino (aquí les ofrecemos una traducción oficiosa al español).
En fin, dejando aparte las circunstancias, ciertamente sorprendentes, que han rodeado la emisión de este mensaje, y teniendo en cuenta que alguna admonición puede tomarse como dirigida a toda la Orden y a los devotos del Santo (otras, en cambio, como la opción por los pobres, parece ser, si nos atenemos al texto, exhortación sólo destinada a la Provincia de la Stella y a los devotos concernidos por la misma), vamos a comentar ciertos aspectos del mensaje que lo merecen. 
No hace mucho un publicista católico americano señalaba la tendencia del Papa Francisco a utilizar más el machete retórico que el escalpelo analítico. Nada diremos respecto a sus convincentes exhortaciones magistrales relativas a la misericordia divina, a la fuerza de la caridad, a la acogida del hermano o a la conversión del corazón. Ni siquiera cuestionaremos que el franciscanismo sea la base de la espiritualidad de nuestro Fundador, aunque, en rigor, los mínimos no deberíamos ser presentados como unos menores con ciertos complementos ascéticos. Sin embargo, sí que hay que advertir que en el aspecto histórico el asesoramiento dado al Papa ha sido un tanto zafio. Dejemos estar, si se quiere, la dudosísima tradición de que Sixto IV ofreciera la ordenación sacerdotal a Francisco. Pasemos por alto también lo sospechoso que resulta, por tardío, el "episodio" milagroso de la moneda partida de la que brota sangre.  Hagamos como que no nos hemos percatado de la  presentación ingenua de Francisco como un pacificador que exhorta al soberano napolitano Ferrante de Aragón a "desistir de las guerras y promover la paz" (Francisco siempre quiso la paz, pero entre los príncipes cristianos, y, si escribió a Ferrante que dejara sus guerras en el norte, fue para que se ocupase de defender el sur del peligro turco). Ahora bien, ¿puede disculparse sin más el error de bulto de escribir que Luis XI requirió la presencia de San Francisco de Paula en París (!!!!)?
Escribe el Papa que Dios no teme entrar en la frágil historia humana para transformarla en historia de salvación. Esperemos que el sexto centenario de San Francisco de Paula no nos conduzca misericordiosamente a transformar la siempre vulnerable orientación crítica del saber histórico en un vulgar cuento fabulado. 

miércoles, 30 de diciembre de 2015

Sexto centenario de San Francisco de Paula: el logo

Si en 2007 con la celebración del quinto centenario de la muerte de San Francisco de Paula, los resultados culturales se movieron predominantemente en el marco de un abordaje histórico crítico de la vida y personalidad del Santo (entre cuyos ejemplos podemos citar la biografía escrita por Giuseppe Fiorini Morosini), lo poco que hasta ahora se ha producido con ocasión del sexto centenario del nacimiento (2016) parece sugerir una orientación tradicional apologética trivial y muy poco aprecio por los datos rigurosos de la historia. En el más elevado nivel esto se percibe en el mensaje que el Papa Francisco ha dirigido a la Provincia mínima de Santa María della Stella y que tal vez comentemos más adelante.
Hoy queremos fijarnos en el emblema o logo que se ha escogido para el evento del sexto centenario. Ha sido publicado en el calendario del Santuario de Paula y parte de una tradición popular no sólo no sustentada documentalmente, sino en sí misma desfigurada ingenuamente al cabo de los años. Se trata del fuego, de la llama o llamas, del globo ardiente o como quiera figurarse, que apareció sobre el techo de la casa paterna en Paula. Dice, quien comenta el logo, que apareció según tradición la noche del nacimiento del Santo. Ciertamente, una tradición adulterada o confundida. Porque las más antiguas fuentes sitúan el hecho extraordinario en la concepción de San Francisco y no en su nacimiento.

La más antigua referencia la han leído algunos, a lo largo de los años, en la Relatio del cardenal Simoneta, aunque la inconcreción y el contexto en el que se habla allí de los “in tenellis annis igniculli” abonan, en mi opinión, una interpretación más espiritual que material. Veamos ahora cómo refiere el fenómeno uno de los biógrafos más antiguos: Paolo Regio. Escribe:

Laonde circa l’hora di mezza notte venendo un Compare di quello per chiamarlo; acciò con lui andasse, dove il giorno avanti havean determinato per loro lavori, vidde sopra la casa di Giacomo et fè veder a molti della Terra, che chiamó a questo effetto, una chiara facella, che miracolosamente ivi era apparsa et tutto il’convicino luoco illuminava. Volendo Idio per essa significare nella procreation del fanciullo, che si faceva in quel punto, il gran splendore, che da si basso luogo dovea uscire ad essaltatione della Chiesa Santa...

Tomemos otro: Gaspare Passarello, en los Privilegia:

...(Deus) satis signi dedit, nam nocte fere media, dum Franciscus de Paula gignebatur, homo quidam pernecessarius et propinquus ipsius Iacobi, qui verbo nostrati compater dicitur, ad operam mercennariam Iacobum vocaturus venerat, cum incesas faces nocturno tempore supra eius tectum vidit: Deus hoc signum dando, lumen animi infantis pueri, qui eo in loco tum generabatur, Paulanis omnibus ostendebat...

No da versión diferente Montoya:

...Sucedió assí que la noche (mil vezes dichosa) en que este glorioso niño fue concebido, se vio sobre la casa de sus padres un globo de claríssima y resplendente luz, que como si la del sol fuera, reberverava en todo aquel contorno con maravillosos resplandores...

En la misma interpretación añeja se mueven Mena, Chappot, Du Vivier, etc. Es verdad que muy pronto esta presentación más antigua se deformará, tal vez por un ambiguo desliz del propio Passarello, quien en su biografía italiana de San Francisco dice que su “natività, prima che egli nascesse, fu dimostrata con un mirabil lume di torcie accese, visto di notte sopra il tetto della sua casa”. Ya en 1584, en la Vita et Miracula de Pietro de Nobili, encontramos situadas las luminarias,  no a la procreación o “prima che egli nascesse”, sino justamente a la “hora puerperii”. Más tarde habrá otros como Victon que concordarán las cosas multiplicando las luces, numerosas en la concepción y no menos numerosas y resplandecientes en el nacimiento.
En todo caso, para que quien ideó el logo se percatase del error, le habría bastado leer a alguien tan accesible como Roberti o, si prefiere la literaria ficción más reciente, a Daniele Salerno (bien instruido o asesorado en este particular). Lo más paradójico es que el grabado utilizado libremente para el logo pertenece justamente a una edición de la vida de Paolo Regio (!):



¿Qué quieren que les diga? La verdad es que también a mí, de pequeño, me gustaba más ver las ilustraciones que leer los textos. En fin, démosle "mezzo gaudio": también un comentarista de no poco prestigio de los grabados de San Francisco perpetró no hace muchos años, en referencia a esta mismísima ilustración, la mismísima metedura de pata.  

martes, 1 de diciembre de 2015

Vida cuaresmal y longevidad

La vida cuaresmal de los mínimos no está de ninguna manera reñida con la longevidad. Nuestro Santo fundador vivió 91 años. No han faltado mínimos que superaron esa edad. Ni faltan. Como ejemplo, aquí tienen al Padre Angelo, de la comunidad romana de Sant'Andrea:



miércoles, 11 de noviembre de 2015

¿Desde cuándo San Francisco de Paula nació el 27 de marzo?



La respuesta inmediata y espontánea sería que desde 1416. Evidentemente, el interrogante va por otro lado. Las biografías o estudios sobre San Francisco de Paula, incluidos los últimos, breves o extensos, trátese de obras escritas por mínimos (algunos ejemplos: Benvenuto, Morosini, Addante, Bellantonio, Capponi, Roberti) o no (por ejemplo, De Rosa, Scaltriti, Macris & Tallarico, Soriano, Dabert, Pradier, Rolland),  señalan que San Francisco de Paula nació el 27 de marzo de 1416. Algunos son tan rotundos que indican que ello está históricamente “fuera de toda duda” (Roberti). Otros, más ponderados, como Dabert, señalan el año 1416 indicando a continuación que “generalmente” se señala el 27 de marzo.

Modernamente, sin embargo, algunos autores sí han mostrado, aunque tímidamente, sus reticencias. Galuzzi, aunque no en el texto, sino en nota a pie de página, ya indicaba en 1967 que sólo estaba históricamente probado el año, no el mes ni el día. Lusito se expresaba en parecidos términos, indicando que el día y el mes eran aceptados por una antigua tradición no pacíficamente acogida. Como se ve, nuestra pregunta va cobrando sentido.

Los escritores del siglo XVIII y los de la segunda mitad del siglo XVII, con una sola excepción, dan por buena la fecha (Higueras, Roig Jalpí, Toscano, Martin, Dondé, De Coste, etc.). Había una buena razón para ello: era la fecha indicada por François La Noue (Lanovius), el autor de la gran Crónica minimitana publicada en 1635. Es sorprendente la facilidad con la que tal fecha ha colado, sin ningún documento probatorio, en los tratadistas posteriores. Ciertamente, hay una excepción: François Giry, quien, con el mismo rigor con el que defendió el nacimiento en 1416 frente a Papebroch (el jesuita se mostraría posteriormente vencido y convencido), indicó que el mes y el día eran inciertos, aduciendo que no había ningún escritor contemporáneo (al Santo) que lo dijera (así se expresa en su vida de San Francisco de Paula y lo repite en su continuación a las Vidas de los Santos de Simon Martin).


¿De dónde tomó Lanovius la fecha precisa? Examinemos la cuestión. El año 1416 no suscita reparos porque la bula de canonización de San Francisco de Paula (1519) señala que murió el viernes santo de 1507 a la edad de 91 años. Este mismo dato (muerte el viernes santo de 1507 a los 91 años) es señalado por la Vida de San Francisco de Paula manuscrita en 1560 que se conserva en la biblioteca de la Universidad de Barcelona. Totalmente impreciso es el conocido Anónimo contemporáneo, cuyos textos más antiguos se limitan a un 1400 vel circa, arreglado en versiones posteriores por un 1416. La primera vida amplia impresa, la de Paolo Regio (y sus traductores al castellano Francisco Cuevas y Pedro de Mena), aporta más confusión que claridad, ya que señala el año 1416 no como el de nacimiento, sino como el del voto y concepción, limitándose a indicar que nació “a su debido tiempo”, con lo cual, concebido en 1416, por muy prematuro que fuese, el viernes santo de 1507 no tendría 91 años cumplidos, sino sólo 90 (!!!).

Passarello, Du Vivier, Montoya (seguido por Pinedo), Morales, Victon y Chapot se limitan a señalar que nació en 1416. El único francés de la época, anterior a Lanovius, que indica con precisión el 27 de marzo es Dony d’Attichy en su Historia general de la Orden (1624). Sin embargo, no proviene de él la invención o el descubrimiento. En mi opinión, proviene de una obra publicada en Barcelona en 1618: el Enchyridion o breve crónica de varones illustres de la Orden de losMínimos, escrito por el doctor Pedro Jaime Tristany, cuyo probado afecto por los mínimos y devoción por su Santo Fundador iba parejo con no pocos errores e imprecisiones de su crónica. ¿Por qué precisamente el 27 de marzo? Probablemente, porque así podía explicarse el apelativo de Roberto que da al Santo ermitaño en sus memorias Philippe de Commynes. 

Resumiendo:
  1. La fecha de 27 de marzo transmitida tradicionalmente resulta, cuando menos, sospechosa.
  2. Sorprende que la hayan admitido sin más historiadores que hacen gala, para otras cuestiones, de una crítica esmerada.
  3. ¡Chapeau por Giry!
(Recuerdo que los comentarios están abiertos y para este tema especialmente, si alguien aporta más luz o documentados desmentidos, se lo agradeceré)

miércoles, 30 de septiembre de 2015

El famoso mínimo Carrillo


Tal vez el mínimo español más famoso del siglo XIX haya sido el Padre Fernando Carrillo, del convento de la Victoria de Madrid. Deplorable fama, por cierto, debida a su labor de censor eclesiástico de obras teatrales, ejercida durante la década absolutista. La historia literaria liberal le ha calificado como “verdugo del pensamiento” y “azote de los poetas dramáticos”. Entre quienes sufrieron especialmente su intransigente severidad, no siempre justa y a veces incluso grotesca, hay que mencionar especialmente a Antonio Gil y Zárate.
Sus enemigos nos pintan al Padre Carrillo orondo, glotón y desaseado, además de implacable en el confesionario. Señalan también que su ocupación favorita era el asistir espiritualmente a los reos de muerte. Así, se cuenta que en una ocasión un condenado fue indultado en el último momento y media hora después, al comentar el suceso, el Padre Carrillo dijo: “ha sido una lástima porque estaba muy bien preparado para la muerte”. En su labor censora no admitía en los diálogos teatrales expresiones como “Ángel mío” o “yo te adoro”. En una ocasión suprimió la frase “aborrezco la victoria”, porque creía que había sido escrita contra su convento. Muchos ejemplos parecidos se citan de él. A veces quedaba la obra tan mutilada o tan modificada que el sufrido autor acababa por renunciar a estrenarla. Si damos confianza al mismo Gil y Zárate, alguna obra lograba pasar si previamente el autor se granjeaba una mejor disposición del fraile regalándole una cajita de rapé, sustancia de la que hacía uso frecuente. Tan amplia fue la desgraciada fama del Padre Carrillo que aparece mencionado en los Episodios Nacionales (Los apostólicos) de Pérez Galdós y hasta en una novela (Los confidentes audaces) de Baroja.

martes, 18 de agosto de 2015

El cómputo de los milagros


No han faltado en la Orden de los Mínimos frailes que cultivaran y enseñaran matemáticas. Algunos, la mayoría del siglo XVII, eran eruditos en otras muchos saberes, por ejemplo los Padres Mersenne, Niceron o Maignan. Otros, en la misma época, hicieron una labor especialmente divulgadora y didáctica, como el Padre Capdeville. Ya en el siglo XVIII hay que mencionar las obras del Padre Bonomo. Sin embargo, ninguno de ellos, por lo que publicaron, parece haber sido capaz, a pesar de su competencia científica, de calcular el número exacto de los milagros obrados por su fundador San Francisco de Paula.

¿Innumerables? Tal vez ahora, pero no a mitad del siglo XVIII. Los “sabios todos” del siglo XVIII, carentes del actual instrumental computacional, supieron, sin embargo, calcular ese número:

2.391.280


¿No me creen? Vean el libro de poesía que el prolífico, a veces irreverente y a menudo gracioso Don Gómez Arias (que se autoproclamaba Maestro de filosofía, Bachiller en Medicina, Profesor de Matemáticas y Buenas Letras, amén de Astrólogo) dedicó a nuestro Santo (El clarín armónico de las glorias y milagros del mínimo máximo thaumaturgo S. Francisco dePaula), busquen la nota al pie de la página 113 y no sean incrédulos, sino creyentes.

lunes, 3 de agosto de 2015

Teodidacta


Una de las discusiones que a menudo se han planteado entre los biógrafos de San Francisco de Paula es la de su grado de instrucción. De una parte, los que afirman que, como tantas personas de su tiempo, carecía totalmente de instrucción. De otra, los que dicen que era capaz al menos de leer y escribir. Los defensores de la primera opinión se fundamentan en las condiciones del tiempo y en afirmaciones explícitas de testigos en el proceso de canonización. Los de la segunda recalcan cómo predicaba el evangelio, redactaba cartas y, especialmente, su autoría indiscutida de la Regla de la Orden; aducen, además, que con toda probabilidad, si no antes, al menos en el año votivo pasado con los frailes conventuales de San Marcos Argentano recibiría una alfabetización elemental. Los primeros son calificados de hipercríticos por sus contrarios y a los segundos se achaca por parte de aquellos una idealización del santo que no quiere admitir un degradante analfabetismo.

¿Cómo alguien analfabeto puede haber vivido y, sobre todo, transmitido una espiritualidad tan rica como lo es la de San Francisco de Paula? La respuesta que han dado algunos escritores de la Orden es la de considerar a San Francisco un “teodidacta” no en el sentido amplio que daba el Padre Philipon a esta expresión (todo teólogo sería “teodidacta” porque asiste a la “escuela de Dios”), sino en el estricto de alguien que ha recibido su saber directamente de Dios. Aquí les pongo lo que afirma Jean Durelle en la dedicatoria de su Dialecticothea (y no es una excepción, puede leerse algo similar, por ejemplo, en Méndez de San Juan, en la dedicatoria de su Theologia Moralis de Praeceptis Decalogi):
Licet in terras scientarum acquisitarum esses apparatu destitutus; tamen eras Theodidactus, scientia enim desuper infusa praeditus cordium secreta detegebas, futura praeanuntiabas, Doctorum dubia consultus sine haesitatione resolvebas.