domingo, 17 de marzo de 2024

Convocado el LXXXVII Capítulo General de los Mínimos

 


El próximo Capítulo General de la Orden de los Mínimos se ha convocado para el próximo mes de julio en Roma. Una primera novedad a resaltar es que la reunión no se celebrará en un convento de la Orden sino en una estructura perteneciente a unas religiosas. Como otras veces, se convoca careciendo de tema explícito. Normalmente el  Capítulo es “sintemático” hasta que se comunica el elenco de los participantes.  Puede sorprender también en la convocatoria el gran número de religiosos mínimos que están a la dependencia del Padre General, es decir no encuadrados en estructuras Provinciales o de Delegación (32 religiosos). Podría ser que por primera vez en edad contemporánea el número de capitulares de estructuras o procedencias extraitalianas superara al de los religiosos de las Provincias y Delegación italianas. En su carta de esta Cuaresma el Padre General se mostraba esperanzado en base al buen número de vocaciones procedentes de África y de India.  El reto está en discernir si este florecimiento sea auténtico o esté ligado a la perspectiva de un futuro billete destino a Europa o Norteamérica... Sólo el tiempo que revela la perseverancia dirá hasta qué punto las motivaciones vocacionales son genuinas. Como decíamos más arriba, la convocatoria ha venido precedida de la tradicional carta de Cuaresma, que tiene mucha parrafada del documento La Vida Fraterna en Comunidad y, aparte de una citación de Santo Tomás que no viene al caso (no pega ni con cola), emana un cierto efluvio de nostalgia del peor período postconciliar. Por lo demás, hay que reconocer que está en línea con el actual pontificado, al que secunda con ciertas insinuaciones inconcretas (“encerrados en cómodos mecanismos”, “cuántos se sienten rechazados por actitudes cerradas y no se sienten respetados por sus orígenes”, “estrechez de nuestras visiones personales”, “esquemas interpretativos prefabricados”, etc.) y, eso sí, mucho diálogo con la modernidad, con el mundo, etc. Por lo visto, aquella concepción de la identidad mínima como contestación al mundo es ya agua pasada y hoy nuestro carisma parece ha de entenderse más tendente a la confraternización y, en consecuencia, habrá que preguntarse honradamente si esto no nos conducirá a una cada vez más merecidísima irrelevancia eclesial.

Este Capítulo hasta ahora “sintemático” suponemos que abordará la reforma de las Constituciones, una reforma que, planteada hace más de doce años, suscita muchos interrogantes; para su preparación se enviaron cuestionarios a todas las comunidades y, si estas han respondido, el resultado probablemente sea un maremágnum caótico en el que poner un poco de orden tiene que ser tarea ímproba. Ignoro a quien le habrá correspondido esta labor penitencial, que requiere una capacidad y una paciencia que, en otros tiempos, sólo pocos mínimos tenian (es inevitable pensar en personajes tan excepcionales y difícilmente repetibles como fueron en el pasado más reciente Padre Moretti o Padre Bellantonio). ¿Qué hay que esperar de este Capítulo? Pues, al igual que ha ocurrido en los inmediatamente anteriores, algunas mociones bienintencionadas y muy bien redactadas que, como es habitual, no se verán acompañadas por ninguna aplicación práctica. Hace 30 años hubo el intento más serio y tenaz de que las mociones aprobadas en el Capítulo General se pusieran en práctica y ciertamente no se obtuvo el éxito esperado.

Con la convocatoria del Capítulo se ha enviado un modelo de oración para que se rece en las comunidades. Una vez más, desatendiendo el artículo 7 de nuestras Constituciones, la oración se dirige, salvo una jaculatoria mariana, a San Francisco de Paula. ¿San Miguel? Ni por asomo, y que conste que esta irregularidad no hay que atribuirla al último equipo de Gobierno (al último equipo de Gobierno es difícil atribuirle nada), sino que va camino de convertirse en costumbre inmemorial. La oración tampoco es un dechado de espiritualidad mínima. Entre otras cosas, se incluye el consabido “Todo es posible para quien ama a Dios”, una frase atribuida acrítica y apócrifamente a San Francisco de Paula, que el bueno del Fundador nunca pronunció y que los mínimos, en nuestra indigencia oratoria, nos obstinamos, carentes de otros recursos, en repetir como papagayos, tal vez esperando que algún día logremos amar a Dios y seamos por fin capaces de algo. En fin, así nos va. Algunos rebeldes contumaces mantenemos el combate como aislados francotiradores, pero es como dar coces contra el pincho. Sancte Michaël Archangele, defende nos in proelio!


martes, 27 de febrero de 2024

Ya está bien de dar la turra con la Paulaner

 

Cada cuaresma el mismo rollo con la Paulaner... No sé qué dijo exactamente hace unos años el maestro cervecero de la conocida marca y, por tanto, no sé si hay que atribuirle a él la impostura o bien el origen se halla en una interpretación equivocada de sus palabras. Pero desde hace un tiempo se transmite crédulamente, incluso por páginas web de cierto prestigio, que la Paulaner (de marca Salvator) es una cerveza de alto valor nutritivo y que fue ideada y  utilizada por los monjes (sic) de la Orden de los Mínimos que durante la Cuaresma no tomaban alimentos sólidos (!). Esta estupidez sigue propagándose como una verdad histórica sin que ni una sola voz discordante y sensata se haya hecho oír en contra. Los Mínimos, desde su fundación, siempre han tomado alimentos sólidos, en Cuaresma y fuera de la Cuaresma. Es verdad que, de acuerdo con la Regla, prácticamente la mitad del año eran días de ayuno, esto es, de una sola refección diaria, y que consecuentemente la ingesta de una cerveza rica en carbohidratos sin duda haría más llevadero dicho ayuno, especialmente en climas fríos como los propios de la Provincia germano-bohema. Lo demás, por mucho interés comercial que tenga la marca cervecera, son cuentos chinos y, digámoslo de paso, peligrosos. Hace unos años un norteamericano quiso hacerse el supuesto monje paulano y probar, bajo supervisión médica, a pasar una cuaresma ingiriendo sólo un par de litros de Paulaner diarios; no sabemos si acabó alcoholizado, pero parece que el tío perdió 11 kilos y pretendió haber demostrado que aquello que hacían los mínimos no sólo era posible, sino probable, lo cual no es sino añadir más memez a la antedicha.  Además, para quien conozca la historia de la elaboración de la cerveza bajo marca Salvator, esta tendría su origen siendo maestro cervecero en Munich fray Barnabas Still (1750-1795), o sea hacia 1784, período en el cual el convento de Munich lo era todo menos un dechado de observancia...


miércoles, 11 de octubre de 2023

Bienes sublimes baratos (la Tercera Orden Mínima)


 

Si las vocaciones de religiosos mínimos europeos no andan demasiado bien (aquí en España ni cuantitativa ni cualitativamente, ya ni siquiera podemos acudir al socorrido “pocos pero buenos”), no parece que las de tercerones mínimos vayan mucho mejor. En Italia todavía se defienden (incluso han profesado como terceros algunos brillantes sacerdotes), pero en España, exceptuados los intrépidos y dinámicos terciarios de Alaquás, apenas quedan. ¿Cualquier tiempo pasado fue mejor? No necesariamente. La Crónica de Montoya (1618) contiene el primer comentario conocido a la Regla de los Mínimos y, al final del mismo, dice en plan complementario algunas cositas sobre la Regla de las claustrales y sobre los Terciarios. Sobre estos entona el mínimo madrileño su mea culpa con palabras que transcribo literalmente:

"Confieso el poco cuydado nuestro en no introduzir en todas las  Repúblicas una cosa tan santa, y que con tanta facilidad  assegura mucho el camino del cielo; no sé qué riqueza mayor se puede grangear en esta vida entre las espirituales, que hallarse los casados, célibes y continentes en sus mismos estados, aquellos tesoros escondidos, que a fuerça de tantos trabajos procuramos los Religiosos sacar a la luz del campo de la santa Iglesia, después de aver negado nuestra libertad, que es la verdadera hazienda del hombre, y qué gusto más celestial puede ser a los seglares que gozar a tan poca costa de la suavidad de Dios que nosotros adquirimos a cambio de dexarlo todo por su amor, con esta santa Regla Tercera de San Francisco de Paula se ganan todos los privilegios concedidos a nuestra Orden y a todas las Mendicantes por gracia y concesión de la Santa Sede Apostólica."

Y pondera además la discreción y la poca apariencia con que los terciarios pueden vivir su condición:

"Bien consideró esto el glorioso Patriarca San Francisco de Paula, quando en toda su regla de los Terceros seglares no mandó cosa alguna que tope con la vanidad, pues se puede guardar con tanta prudencia, que apenas sepa el marido si la mujer la observa, considerando que si ello se hace por servir más a Dios, basta que sus divinos ojos lo vean, para que más seguro y cierto les aperciba el premio de su bienaventurança..."

Y finalmente lo remata, como justificando las páginas empleadas en privilegios, bulas, etcétera, con estas expresivas frases:

"Esto me ha parecido advertir a cerca de los Terceros de nuestra Religión, para dar aliento a una cosa, que quiçá por remisión nuestra está menos autorizada y sabida de muchos, que pierden bienes tan sublimes costando tan baratos."

jueves, 15 de junio de 2023

No fue precisamente San Francisco de Paula

 


Leemos en el último número de 2022 de La Voce de Santuario de Paula un interesante artículo sobre la presencia de una imagen de San Francisco de Paula en la catedral de Méjico (así como su figuración en la misma sede también en el grupo de Santos fundadores de la pintura "Regina Patriarcharum").

Se recuerda en el breve artículo la presencia del Padre Bernardo Boyl en el segundo viaje de Colón. Sin embargo, más allá del recuerdo histórico, el autor indica que "no sería del todo equivocado pensar que fue precisamente nuestro Santo (San Francisco) quien envió a fray Bernardo en una de las carabelas." La intención propagandística es buena, hasta el punto de que el mismísimo Padre Galuzzi, siendo General, apuntó algo parecido en una de sus periódicas cartas a los frailes. Sin embargo, en honor a la verdad documental, hay que aclarar que San Francisco no envió (ni podía hacerlo, por no ser de su competencia) a nadie con Colón; cuando los Reyes Católicos piden amplitud de facultades a Roma para pertrechar en aquellas lejanas tierras a fray Bernardo Boyl, indican precisamente que, dada la premura de la partida, el mínimo no ha tenido tiempo de pedir licencia a su Superior (San Francisco), por lo que también en este punto se pedía al Papa que dispensase. 

Además, para ser puntillosos, hay que recordar que en el segundo viaje Colón llevó 2 naos y 15 carabelas, por lo que tampoco sabemos si Boyl viajó en una de las carabelas o, más probablemente, en la nao capitana (la Marigalante).

martes, 4 de abril de 2023

Extraños sucesos en Nigeon

 


Corría el  verano del año 1578 cuando el Obispo de Digne Henri Le Maignen procedió a la la dedicación de la iglesia del convento de los mínimos de París. Fue el domingo 13 de julio y se observaron todas las formalidades, incluidos los curiosos requisitos previos, para la celebración. Se congregó una gran multitud de gente, desde la noche del día anterior y hasta en los días posteriores (las indulgencias se concedían también durante la octava). Pero en realidad  lo numeroso del gentío no se debía sólo a motivos espirituales, sino que  la curiosidad tenía también su papel motivador. Había corrido la noticia de que habiendo sido enterrado en dicha iglesia el dueño de la hospedería del Cisne, se había presentado un hombre desconocido al atardecer del mismo día del entierro, había llamado insistentemente a la puerta de la iglesia y le había dicho al portero que quería hablar con uno de los frailes.  Uno se presentó y el desconocido le dijo que quería desenterrar al muerto y llevarse su cuerpo de la misma forma que poseía ya su alma, “para tratarlo como merecía ser tratado”.  Al buen religioso se le ponen los pelos de punta, le tiemblan las piernas, llama a sus compañeros, que vienen enseguida, tratan inútilmente de echar al desconocido. Finalmente se dirigen a la tumba del dueño de la hostelería, abren la sepultura, y se desencajan solas las planchas del ataúd, con un terrible ruido que aterroriza y paraliza totalmente a los frailes. Cuando reaccionan, el hombre desconocido y el cadáver han desaparecido, así que se ponen  a rezar. Al día siguiente la voz corre entre el vecindario, incluso se dice que la iglesia será dedicada por causa de este suceso y la afluencia de gente no es sólo por la ceremonia, sino también para ver el sepulcro del que desapareció el cuerpo. No sólo eso, sino que se rumorea también que de cuando en cuando el diablo se lleva a los frailes a lo alto del campanario y se burla de ellos.  Para desmentir estas falsedades, atribuidas a los “enemigos de la fe”, tuvo que publicarse el mismo año un opúsculo titulado “Vray discours de ce qu’est avenu en l’église des Frères Minimes ou Bons-Hommes, lez Paris”.  Casi sesenta años después todavía el Padre La Noue en su Chronicon alude a estos rumores (“vulgui rumoribus et fictitiis narrationibus”).  Lo más curioso es que el “Vray discours” termina “en passant” con el relato de un prodigio de transexualidad acaecido a unos esposos en la Francia oriental…


miércoles, 9 de noviembre de 2022

San Francisco de Paula Longinos

 Le habíamos visto figurado con cayado de pastor, con bastoncito de anciano, con chuzo de sereno, con báculo patriarcal. Incluso con una humilde caña. Pero...¿con lanza? El pobre anticuario llegó a considerarlo y publicitarlo como Santo Tomás apóstol. Puede pasar que se mezclen imágenes en los almacenes y que se intercambien erróneamente accesorios. De otro modo, esto resulta difícil de entender:



Isabel la Católica y la (liada históricamente) evangelización de América

 

Entre los libros atrasados de lectura, le tocó el turno por fin a “Isabel la Católica y la evangelización de América” (Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 2020). Son las actas del Simposio Internacional celebrado en Valladolid en octubre de 2018, cuyo evento (y la edición de las actas) se sitúa dentro de la organización vallisoletana en torno a la causa de canonización de la reina. Lamentablemente, aunque no debiera ser así, esto parece condicionar el nivel científico de las aportaciones, en cuanto se conjuga sin disimulo historia y devoción. Pocas novedades en las diferentes relaciones. Tal vez la que a nuestro juicio presenta mayor interés (aunque también se presenta en plan edificante) es la de “Los Concilios y Sínodos de Santo Toribio en la evangelización de América” del profesor José Antonio Benito Rodríguez; el único problema es que Santo Toribio de Mogrovejo nació 34 años después de la muerte de la reina Isabel y el primer concilio en el que participa es de 1583; mucho hay que estirar el chicle de la influencia isabelina para vincular  la relación con el título del Simposio. Otra aportación de interés es la de Carmen Pareja sobre la biblioteca de Isabel la Católica y de algunas mujeres del nuevo mundo; sólo hay que objetarle que parece sólo una introducción, que, en definitiva, nos sabe a poco. La colaboración más amplia es la del profesor Burrieza; no carece de interés, pero en ella hay mucha Castilla y poca América…

Pero vayamos a lo que a la Orden de los Mínimos nos interesa que, tratándose de la reina católica y de la evangelización de América, es lógicamente la primera misión en el segundo viaje colombino.  Cuatro menciones hallamos de fray Bernardo Boyl. Una es la de Monseñor Braulio Rodríguez Plaza que nos dice que “de hecho, fueron 12 clérigos y religiosos los que fueron a este segundo viaje, comandados por fray Bernardo Boyl”. De hecho, una afirmación dudosa no adquiere verdad por la simple repetición. Y de hecho,  lo de los 12 monjes o clérigos es una simple repetición (cierta y tristemente repetida sin objeciones incluso por especialistas en el viaje como Montserrat León) cuya referencia suele ser Pere Català i Roca, quien, basado en crónicas tardías,  afirmaba, además, que fueron 12 monjes de Montserrat.  Los nombres que nos han llegado son contadísimos y no son de monjes de Montserrat, así que tal vez fueron 12 o 5 o 25 o vaya usted a saber.  Al menos Don Braulio dice una verdad documentada: la presencia en el grupo de observantes franciscanos. La segunda mención procede de la relación de otro obispo, Monseñor Ángel Fernández Collado. Esta es más grave: “…en virtud de la bula Piis fidelium (25 de junio de 1493), fue enviada a estos territorios recientemente descubiertos una pequeña expedición de misioneros, presidida por el monje Bernardo Boil, benedictino de Montserrat, como vicario apostólico en las Indias occidentales.”  Vamos a ver, si das una conferencia sobre el Patronato Regio, no te líes y parte de 1508 y la bula Universalis ecclesiae regimini. Porque si no, el peligro es que quieres encuadrar y con las bulas previas te cubres de gloria, como lo ha hecho Monseñor en el texto entrecomillado. Monseñor Ángel podía perfectamente haber omitido la mención de la bula Piis fidelium, porque mencionándola lo único que consigue es demostrar su ignorancia sobre la misma. Tal vez la leyó en algún momento de sopor (no siempre la fisiología permite conjugar con éxito trabajo pastoral y estudio), porque si algo no aparece para nada en la Piis fidelium es que Boyl fuera benedictino… También la ilustre Rectora Magnífica de la Universidad Católica de Ávila se lía: “…Colón fue acompañado de fray Bernardo Boyl –benedictino y amigo del Rey- y de los frailes “mínimos” con el encargo de organizar allí la vida cristiana”; ciertamente era ese el encargo, pero ni Boyl era benedictino, ni nos consta que ningún fraile mínimo le acompañara. Puede pasar a veces: oír campanas y no saber dónde. Un cierto alivio siente uno cuando, leyendo la conferencia de la mucho más documentada María Saavedra Inaraja, se encuentra con la mención de que Boyl fue acompañado por otros frailes, ofreciéndonos a continuación acertadamente los nombres de los únicos 5 miembros del grupo conocidos, albricias.