El hecho es el relatado
en el Capítulo 12 de la Vida del Anónimo discípulo de San
Francisco de Paula. El rey Luis XI de Francia, para probar al santo ermitaño, le
habría enviado, para su devoción, una “imaginem” de María
hecha de oro, que valía 17.000 ducados; San Francisco la habría
rechazado diciendo que su devoción no la ponía en el oro, sino en
María, y que, teniendo una estampa de papel, le bastaba. Por el
tenor de la expresión latina “imaginem” no es posible determinar
si se trataba de un cuadro o de una estatua. Como cuadro lo
interpreta Padre Lusito en su traducción; como estatua, en cambio,
Roberti.
Tenemos de los grabadores
alemanes Klauber al menos dos representaciones distintas de este
episodio, una perteneciente a una serie relativa a San Francisco de
Paula y la caridad; la otra, se inscribiría dentro de un calendario
santoral. Esta última, para la que la imagen es una estatua, se
muestra en el relato del rechazo más fiel a la narración del
Anónimo, salvo en lo que se refiere a la “imaginem papiraceam”
que tenía Francisco, aquí sustituida por una pequeña estatua; a
destacar como la entrega es casi privada y el lance se produce en la
celda del santo. En cuanto al grabado relativo a la caridad en el
himno a la misma de 1 Cor 13 (aquí manifestando una de las frases
del versículo 5: non quaerit quae sua sunt), la entrega y el rechazo
(en este caso de un cuadro) tienen un carácter público, al aire
libre, con la presencia de frailes y de personajes de la corte real.
(click sobre las imágenes para agrandarlas)
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