No sé si la ficción
supera a la realidad o viceversa, pero lo cierto es que nunca había
abundado tanto la ficción en su sentido más propio y reconocido
como en la actualidad. Montañas de libros en papel o en soporte
digital, series de televisión, obras de teatro, videos profesionales
o homemade, etc. Tampoco San Francisco de Paula y los mínimos,
directa o indirectamente, se sustraen a ser material de ficción.
Recientemente, por ejemplo, han puesto en youtube el trailer de un
film del que ya nos habíamos ocupado en un post anterior; el film es
“bienintencionado” y me dispensarán de dar más opiniones sobre
él. Hoy quiero hablarles de novelas. Una (Il frate, l'ordine, lo
scudo) se publicó mucho años atrás, podríamos encuadrarla dentro
de la novela histórica y, aparte de un trasfondo reivindicativo del
Santo y de su tierra de origen, era una buena novela. Vino después
una novelita breve (Per il bene della città. La fantastica storia
del bastone di san Francesco) que tiene un inicio prometedor y que
luego, ciertamente con buen humor, se disuelve en la vacuidad.
En este año ha aparecido
en España la novela Biznaga de sangre. Sorprende que en la
presentación alguien que se presenta como profesor de Creación
literaria en la Universidad de Sevilla la califique como “gran
Literatura”. No he sabido ver la grandeza literaria por ninguna
parte. El libro resulta una narración policíaca entretenida, un
recorrido por Málaga y sus monumentos (puntualmente descritos), donde el protagonista
investiga (en realidad no investiga nada) unos crímenes ligados a la
búsqueda del manto de San Francisco de Paula y unos manuscritos del
Santo. En ciertos encuadres históricos el libro es endeble: Boyl
estaba en Francia (no en Málaga) en el verano de 1487, Bartolomé Coloma no
pertenecía a la Orden de los Mínimos (al contrario, se resistió a
que tomaran posesión de la ermita de la Victoria), etc. Nos
encontramos con alguna expresión exótica, como es referirse a la
“Compañía de Jesús de la Orden de los Jesuitas” (denominación
insólita, absurda o redundante). Por otra parte, podemos hasta
cierto punto admitir que un inspector de policía cultivado hable en
1954 de guerras frías o totalitarismos, pero es inverosímil que lo
haga de “pensamiento único”. El ejemplar que tengo es de la
segunda edición. Hay cosas que no se entienden, porque si pasan en
la primera edición la corrección de galeradas del autor o del
corrector de la editorial, que sigan en la segunda hacen sospechar
que no sean errores. La “gran Literatura” no puede permitirse que
el protagonista, en lugar de quedarse absorto, se quede “exhorto”,
que allí donde debía decir la intercesión del Santo diga la
“intersección” o que, rayos y truenos, entrecruzándose el haber
y el hallar, se cuelen un “halla averiguado” o “el manuscrito
que hayamos”. Añádase a esto que, equivocando un pronombre
demostrativo, resulta que alguien pasa a ser administrador de una
finca cuando fallece. La prosa perfecta a la que se alude en la
presentación se encuentra, pues, muy bien disimulada.
Parece que el Blogger ha vuelto a poner en marcha la apisonadora :D
ResponderEliminarEn este caso con muy buen criterio; es su deber avisar al posible lector de lo que se va a encontrar en el "presunto" libro. En mi opinión, demasiado bien deja a este ejemplar, uno más de tanta basura literaria como se publica hoy so capa de novela histórica...
Eliminar