Nunca faltan abogados de
causas perdidas. Incluso el mínimo fray Juan Gaspar Roig y Jalpí,
supuesto falsario y considerado como tal generalizadamente por la
historiografía actual, lo tuvo en el pasado y alguno le queda en
el presente. Paciente e ingrata tarea la de tales defensores. Por mi
parte, he de confesar que carezco de conocimientos suficientes para
juzgar en esta materia. Nunca me he interesado por la época
histórica a la que se refiere el Llibre dels feyts d'armes de
Catalunya ni por sus fuentes ni por el sutil análisis de textos que
permite distinguir entre una falsificación total y las simples
interpolaciones posteriores que salvarían un original auténtico.
Sin embargo, sí tengo
que reconocer que la acritud del fiscal implacable que fue Miquel
Coll i Alentorn le hizo acumular algunos argumentos claramente
inconsistentes. Hoy traigo a colación uno que ignoro si ha sido
considerado en el pasado por los defensores del mínimo. El fiscal
Coll quiere demostrar que el afán de falsario de Roig y Jalpí no se
contuvo en la puntual composición del Llibre dels Feyts de Boades,
sino que era algo ya inherente, que respondía a una conducta
falsaria antecedente. Para eso aduce lo siguiente:
¿Una cita falsa de un
Padre griego? La sentencia condenada del falsarísimo Roig y Jalpí
en el Epítome de Manresa es la siguiente:
¿Cabría hacer un repaso
minucioso del volumen 33 de la Patrologia Graeca de Migne? Hombre,
realmente al implacable señor Coll no le hacía falta consultar a un
erudito de 25 años como era el entonces monje Anscari Mundó, ni
tener unos especialísimos conocimientos de Patrística para intuir
que San Cirilo de Jerusalén no podía tener ni puñetera idea de
que existiera una montaña de Montserrat. Roig y Jalpí no pecó aquí
de falsario, sino todo lo más de barroco o de patriota ingenuo. En
mi humilde opinión, ni siquiera consultó las obras de San Cirilo,
sino que se limitó a transcribir (y lo cita) lo que el franciscano
perpiñanés fray Ángel del Pas había escrito en su Expositio in
Symbolum:
Nótese que, en realidad,
lo atribuible (y bien atribuido) a San Cirilo de Jerusalén es sólo
la primera frase: “Id quod actenus Golgotha monstrat ubi propter
Christum petrae scissae sunt” (Catequesis XIII, n. 39); lo
siguiente, relativo a la montaña de Montserrat y otras es “ex
traditione”, no según San Cirilo. Y aun cabría, en descargo de
Roig y Jalpí recordar que la edición de su Epítome histórico de
Manresa, publicado después de su muerte, corrió a cargo de su
correligionario fray Pedro Masera, quien tal vez, trabajando el
manuscrito, puso de su cosecha más de lo que correspondía. Para
corroborar esta última hipótesis habría que repasar los
manuscritos de Roig y Jalpí, labor que dejaremos para quien tenga
más interés y más santa paciencia. Me basta afirmar que, en el
peor de los casos, el acusado obró más por negligencia y
apasionamiento montserratino que por malévolo falseamiento.
Aquesta cita l'agafen els de l'Institut Nova Història i et fonamenten que Sant Ciril, després de passar per Etruria i Gaeta, va acabar fent d'ermità a Montserrat.
ResponderEliminarPotser sí! Quan entro a la seva web, sempre m'hi faig un tip de riure!
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