Era el año 1800 y una espantosa epidemia de
fiebre amarilla se propagó por la ciudad. Fue tan tremenda que la
cifra de muertos se calcula que fue de cerca de 15.000 personas. Una
parte del convento de los mínimos de Triana se destinó entonces a
hospital provisional, efectuándose en el edificio conventual las correspondientes
modificaciones para poder cumplir debidamente tal función. Hasta marzo del año
siguiente no comenzó la ciudad a recuperar la normalidad.
En 1802 los mínimos recurrieron al
Cabildo municipal, pidiendo se hiciera la obra necesaria para que el convento
volviera, como se les había asegurado, a su primitivo estado. Los
diputados del barrio, tras visitar el convento, emitieron un informe
en el que recordaban la “actividad, esmero y caridad religiosa con
que el Corrector y otros varios individuos de aquella comunidad nos
ayudaron al socorro, colocación y asistencia de los enfermos, en un
tiempo tan peligroso para los que aún no habían experimentado los
efectos de la epidemia...”. Asimismo, proponían que era mejor que
los mismos frailes se encargaran de gestionar la realización de las obras necesarias,
indemnizándoles a tanto alzado con 2.500 reales.
Lo más sorprendente e inusitado de
este expediente de la Escribanía de Cabildo de Sevilla es la
resolución que el municipio toma once días después del informe de
los diputados de barrio: conformarse con tal informe y disponer se
entreguen a la comunidad para el reparo del convento 3.000 reales
(!!!).
Curiosa noticia! Pero una cosa es "disponer que" y otra que se entregase efectivamente... Por otro lado, poco podían reparar los mínimos en un convento tan grande con los 3.000 reales. ¿Sería entonces cuando comenzó la ruina del edificio? Lástima que tras la marcha de los franceses de la ciudad apenas quedasen en pie cuatro celdas al arrimo de la iglesia! Gracias por todas estas curiosidades.
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