Ya Roberti en su vida de San Francisco
de Paula (pág. 614 de la edición en castellano de 1931) recogía un
curioso detalle del Diario de Luisa de Saboya, condesa de Angulema.
En su Journal, cronológicamente desordenado, escribe esta devota del
Santo: “el año 1519, fray Francisco de Paula, de los frailes
mendicantes evangelistas, fue por obra mía canonizado; por lo menos,
yo pagué los gastos” (L'an 1519, frère François de Paule, des
Frères mendiants évangelistes, fut par moi canonisé; à tout le
moins, j'en ai payé la taxe).
A primera vista, lo más chocante sería
el tono desenfadado (“poco riverente”, dice Roberti) por el cual
la devota duquesa y reina madre se refiere a su intervención en
lograr la canonización de San Francisco de Paula. Pero en segundo
término resulta también enigmática la denominación aplicada a los
mínimos (¡mendicantes evangelistas!). ¿Termina aquí el enigma? Ni
mucho menos. El tenor del texto es el impreso inicialmente por
Guichenon (posteriormente republicado sin variación por otros),
quien accedió al “Journal” de Luisa de Saboya a través de un
manuscrito proporcionado por un mínimo, el Padre Hilarion de Coste.
Sin embargo, se conserva en París un
manuscrito del Journal cuyo texto coincide no con el publicado por
Guichenon sino con el que en su día tuvo a la vista el protestante
Charles Drelincourt, que lo utilizó en su Respuesta a la carta de
Ernesto Landgrave de Hesse de poco convertido al catolicismo. Voilà:
Pues sí, aquí Luisa de Saboya, quien
paga manda, se muestra más desenfadada y menos (o más, según se
mire) reverente. Los mínimos no son los “frailes mendicantes
evangelistas”, sino los “frailes manducantes” (ella sabría,
por las fundaciones que favoreció, cuánto le costaría mantenerlos)
y San Francisco de Paula es calificado laudatoriamente como “5º
evangelista”.
El enigma es tanto más interesante cuando el propio Hilarion de Coste en su Portrait de San Francisco reproduce el Journal de acuerdo con este manuscrito, por lo que no se entiende si Guichenot leyó erróneamente o bien el error estaba en la copia que le fue transmitida por el mínimo.
El enigma es tanto más interesante cuando el propio Hilarion de Coste en su Portrait de San Francisco reproduce el Journal de acuerdo con este manuscrito, por lo que no se entiende si Guichenot leyó erróneamente o bien el error estaba en la copia que le fue transmitida por el mínimo.
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