jueves, 21 de marzo de 2024

Padre Roldós y nuestra (des)vergüenza

 




En Barcelona se ha publicado un nuevo folleto sobre la figura del Padre Roldós, restaurador de la Orden en España. Se trata de la reproducción de un reciente artículo aparecido en el Boletín Oficial de la Orden, añadiéndole algunas ilustraciones. La ocasión, un poco ya fuera de tiempo, es el 90 aniversario de la muerte del Padre Roldós (diciembre de 1933). Además, habiéndose reparado muy decentemente por parte de esforzados parroquianos, una sala del convento de Barcelona (que sirvió durante muchos años para el “esplai” parroquial y que históricamente fue lo primero que se construyó del convento de San Joaquín) se le ha dado este nombre en homenaje a tan ejemplar religioso. La sala rehabilitada fue bendecida el pasado día 17 de marzo.

El problema de conocer la historia es que, a poco que uno compare con la actualidad, se advierten hirientes contrastes y estúpidas semejanzas. En el caso de Padre Roldós, abundantes unos y otras, con un balance francamente negativo de nuestro lado. A menos que uno aparque la conciencia, es para que se nos caiga la cara de vergüenza, al menos a los mínimos españoles. Padre Roldós llevó a cabo casi sin medios una tarea ímproba de restauración de la Orden. Tenía una formación mínima limitada (recuérdese que en Italia se le anticipó la profesión para poder enviarlo a España) y se vio sometido a veces a implacables e injustificadas presiones desde el gobierno central de la Orden. Obtuvo vocaciones autóctonas (todas catalanas, excepto un soriano de limitadas luces que, sin embargo, fue el primero martirizado en 1936) en unos tiempos que no eran mejores que los nuestros. Tenía clara cuál era la identidad de la Orden y cuál era la misión a llevar a cabo. Dio gran importancia al trabajo intelectual y a las publicaciones, de forma que hasta el más tonto de los coristas escribía la letra de un himno (“caridad y santa unión”). Salvo dos notables excepciones, se equivocó dando confianza excesiva a los hermanos legos, que le salieron ladrones, deshonestos o ambas cosas a la vez. Y aquí estamos nosotros ahora, con medios suficientes, sin ningún proyecto identitario ni misión específica ni programación, incapaces de suscitar, animar o acompañar vocaciones, dedicados a una rutina estéril. Lo único que hemos imitado de Roldós son sus errores. Y probablemente los pagaremos. Caros.

2 comentarios:

  1. Me parece que conoce usted poco a los mínimos de Barcelona , són religiosos trabajadores y entregados a su labor

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  2. No se discuten en el post ni el trabajo ni la entrega de los mínimos. Pero pueden ser muy trabajadores, muy entregados y muy lo que sea y cometer errores o carecer de proyectos. El trabajo y la entrega son plenamente compatibles con decisiones letalmente equivocadas.

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