jueves, 28 de noviembre de 2024

Noviciados de ayer y de hoy

Nuestra Ratio Institutionis dedica 16 páginas al tema del Noviciado. De las 16, probablemente sobran al menos 15 que son pura teoría tan repetitiva como inútil. Además, no se ve su aplicación concreta por ninguna parte. Aun así años atrás se seguía un programa formativo potenciado por el General en persona, donde, además de la labor del Maestro, se contaba con la colaboración de otros frailes (como el malogrado y recordado Padre Mediavilla y sus trabajadas lecciones sobre “Conocer y amar a San Francisco de Paula”). Las cosas cambian. Hace un par de años tuvimos dos novicios cuya principal actividad formativa fue colgar cachivaches (cualquier cosa colgable) de las paredes del convento, en una estética que, por catalogarla con una cierta amabilidad, calificaré de “emética”. Aquel fue verdaderamente un noviciado desmedidamente sinodal, con eso queda todo dicho, y puede imaginar el lector sus perniciosas consecuencias.

Últimamente releía un servidor las caducadas Constituciones de 1938 (eran los tiempos del Corrector General Di Lauro) y me sorprendía la seriedad con que se tomaba este período formativo. Era tal la preocupación por la exclusividad y la importancia de la formación en esta etapa que a los novicios ya sacerdotes se les excluía, para que no perdieran este tiempo precioso de imbuirse en la vida religiosa, incluso de la predicación y del oír confesiones.

Para muestra otro botón: los novicios debían procurar conocer algunas obras de autores mínimos y se ponían como ejemplo la In laudes Minimorum de Jacquier, la Circular de Monsinat, las Vidas de los Santos de Giry, las obras de Avrillon y el Comentario a la Regla de De Peyrinis. Casi ná. Para algunos de los últimos profesos, probablemente Jacquier les suena a marca de whisky, Monsinat sería algo así como el ganador del premio de la montaña del Tour, Giry una de esas colonias tan cautivadoras que se publicitan en la tele cuando se acerca Navidad, y Avrillon, no sé, tal vez una oronda bailarina de burlesque. En cuanto a De Peyrinis, como diría (porque lo dijo literalmente) un General de los últimos, ¿qué interés tiene un Comentario del siglo XVII? Pobre Padre Garau (que en paz descanse), que llevó a cabo hace ya 20 años la penitente e ímproba tarea de traducir aquellos Commentaria ascetica del latín al italiano pensando en el provecho de la Orden y particularmente en la formación de los jóvenes religiosos... No sé qué habrán hecho en Génova con el conocido busto de De Peyrinis; supongo, sería lo justo, que habrá ido a  Roma en compañía de la biblioteca genovesa que tanto procuró enriquecer.

 


 En fin, los enfoques de noviciado cambian aceleradamente, con velocidad desaforada. Como lo hacen nuestros proyectos, cada vez más efímeros. Hemos pasado, en un tiempo relativamente breve, de querer reabrir Tours (para cuya adquisición algunas voces confesaban convencidas haber mantenido una lucha denodada con la masonería) a una presencia cada vez más pseudopresente en el icónico Santuario dei Marinai ligur.

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