Parece que los jerifaltes de Europa occidental se han empeñado en hacer sonar los tambores de guerra. Cuando del otro lado del Atlántico se han posicionado en pro de una pacificación, de esta parte se pretende seguir con la confrontación y se insiste en la necesidad de rearmarse. Algunos paragonan el momento presente con las circunstancias que precedieron al estallido de la Primera Guerra Mundial. Los Mínimos en esto, como en todo lo demás, pintamos poco y oficialmente no haremos sino lo que hizo oficialmente la Iglesia de Papa Francisco cuando la pandemia: dejarse llevar y obedecer a lo que la oligarquía y los medios por ella subvencionada nos manden. Tocaba entonces encerrarse y vacunarse, de modo que a los que no sucumbimos a las repetidas consignas se nos predecía la enfermedad y la muerte (Draghi dixit). Ahora toca aumentar el gasto en defensa y hasta, si cabe, mandar tropas a la Europa oriental. Pero a algunos díscolos nos da por recordar a San Francisco de Paula, al real, al histórico, no a ese ficticio pacificador interreligioso que nos ha querido presentar últimamente alguno de nuestros pastoralistas mínimos. San Francisco oraba por la paz “entre los príncipes cristianos”, porque el peligro estaba entonces en el Turco, como ahora lo está en el Panislamismo creciente tan protegido por las oligarquías antes mencionadas. Podemos recordar la declaración del testigo tercero del proceso cosentino:
“...Francisco Patre per quello
che Dio ve spira che serano di queste guerre se fano in Tuschana dicto frate
Francisco dixe queste guerre sarano niente che se sopiranno ma io vedo de mo lo Turcho intrato in questo reame ma lo
agio scritto alla Maesta del Signor Re che guardi lo suo et non sa impachi de
le cose de altri...”
Es difícil en la actualidad orar
por la paz “entre los príncipes cristianos”, principalmente porque de
cristianos tienen poco. Piénsese sólo que nuestro Jefe de Estado ostenta nada
menos que el título de Rey de Jerusalén y que, cuando su toma de posesión, no
se hizo ni un modesto Te Deum. Bueno, al menos en los homenajes a los caídos
tararea “La muerte no es el final”. Algo es algo.
Me acuerdo que hace cuarenta y cinco años,
durante mi servicio militar, estábamos con mi camarada Ignasi rellenando los
cargadores para el chopo, cuando al tipo no se le ocurrió otra idea que con la
punta de una de las balas golpearme con fuerza en el antebrazo. Solté un grito
de dolor y no me acuerdo si me acordé de su madre, aunque apostaría que sí.
Pero recuerdo su respuesta: “Imagina’t
amb la mala llet que surten del fusell”. Sí, con la fuerza con la que salían del CETME, aunque procedieran de
500 metros de distancia, aquellos proyectiles tenían que doler indudablemente muchísimo.
Pienso yo que si alguien les
diera un golpe en el trasero (que es parte más acolchada que el antebrazo) con
la punta de un proyectil de calibre 7,62 a los Macron, Von der Leyen, Ribera, Starmer, Sánchez, Feijoo,
etcétera, acaso tendrían un incentivo para meditar mejor ciertas decisiones...
Pero lamentablemente eso no va a ocurrir, así que lo más probable es que en un
plazo relativamente corto nos encontremos con la estúpidamente enésima versión
de “Armiamoci e partite” y la inmensa mayoría salga, como cuando la pandemia, espoleada
por la “pedagogía” de los medios de comunicación subvencionados, a aplaudir,
como zombies, a los balcones.
Ya ven, uno se pone con el blog y se mete hasta en cuestiones de política internacional (caramba, cuidadín, recuerdo que nos dijo el Padre General que hay que escuchar al mundo, por tanto, chi obbedisce non sbaglia como decía mi Maestro de Noviciado). Pillo el blog y crece mi atrevimiento, no puedo evitarlo, me ocurre como a Harry Dean Stanton RIP en la greatest night de su vida, que cuando pillaba la armónica, era capaz de cortarle el canto al mismísimo Kristofferson RIP (como si este no tuviera bastante penitencia con Johnny Depp a su derecha haciendo el tonto con la guitarra); pueden verlo aquí (y noten cómo Paz Lenchantin, la bajista minifaldera, invita a otros a acercarse, pero ella se mantiene a prudente distancia, como para no contagiarse de la locura de aquellas viejas glorias):
(Esperando de corazón que “el
mañana que se vaya al diablo” sea sólo literatura musical, lyrics, hablar por
hablar)
El filósofo Diego Fusaro ha sido claro: si Rusia quiere invadirnos, para qué esperar a que nos rearmemos?
ResponderEliminarRazón no le falta.
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