Uno de los problemas con los que
se lidia en la vida religiosa es la propia autopercepción, lo que pensamos (no
lo que decimos) de nosotros mismos. Todavía mi Maestro de Novicios (RIP)
defendía en su momento, hace varios lustros, que el nuestro era el mejor de los
Institutos religiosos, recogiendo aquella mentalidad tradicional en la Orden
que hacía del voto de vida cuaresmal el voto más importante, más exigente, más
valioso dentro del conjunto de los cuartos votos de los religiosos. Se diría
que hoy llevamos ese cuarto voto como una especie de accesorio poco relevante.
El cuarto y, digámoslo claro, los otros tres. Y la desvaloración de nuestro ser
religiosos es directamente proporcional a la convicción de la sinodalidad
eclesial, sinodalidad para algunos inaceptable y para el común de los creyentes
inaceptada, que, sin embargo, Roma se empeña en prolongar ahora por otros tres
años, en una pueril actitud de “sostenella y no enmendalla”. Hace tres años que
no encuentro fruto en ella, pues nada, no déjala ya un año más, sino venga,
tres años más de dar la matraca. Aparte de tenernos entretenidos y justificar
el nombramiento de algunas mujeres en puestos eminentes del gobierno eclesial
(féminas que nunca sabrán si fueron nombradas por su sexo o por su valía), los
buenos frutos de todas estas reuniones, documentos, etc., no se ven por ninguna
parte. Parece que todo va a quedarse en un grupete de amigos, reunidos en torno
a una hoguera de campamento, cantando cancioncitas de la desfasada pastoral
obrera.
Respecto a la presencia de
mujeres en los centros de decisión, animo a los mínimos convencidos sinodales,
comenzando por nuestro Padre Reverendísimo, a que lleven las consecuencias
hasta el final y formulen propuestas valientes. Les facilito las cosas con una
sugerencia. Podemos aceptar que las mujeres no puedan acceder a la ordenación
sacerdotal (hasta Papa Francisco parece descartarlo). Pero nada de derecho
divino les impide estar al frente de una Orden. Si en el antiguo régimen las
monjas mínimas dependían de los respectivos Provinciales, ¿qué impedimento hay
ahora para que, de acuerdo con los prespuestos sinodales, dependamos frailes y
monjas de una Correctora General? Si al frente del Dicasterio para los
Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica puede estar una
religiosa, ¿por qué no podría estarlo al frente de la modesta Familia mínima?
Tenemos en la Segunda Orden monjas sobradamente preparadas, eso es
indiscutible. Entiendo que alguien dirá: ¿qué hacemos con el Padre
Reverendísimo? No problem. Si en el Dicasterio, hay un Pro-prefecto, aquí
podríamos tener un Pro-Corrector. ¡Solucionado! No dejemos escapar esta
oportunidad. Por una vez los mínimos nos situaríamos en la vanguardia eclesial, seríamos el no va más.
Incluso pienso que Padre Gregorio podría ganarse legítimamente la púrpura y ser nombrado por Papa Francisco como el primer Cardenal mínimo. Ufffff!
Volvamos al cuarto voto. Hubo un tiempo en el que nos identificaba y nos distinguía, en el doble sentido de no confundirnos con los demás y de darnos un cierto empaque, una cierta distinción. Hoy difícilmente se hallaría en la Orden un celoso miembro como el PadreGabriel López, conventual en la Victoria de Madrid. ¿Qué hizo este personaje en el siglo XVII, además de escribir un estimable libro sobre la Eucaristía? Pues resulta que el portugués agustino Manuel de la Cerca publicó en Coimbra un libro en el que afirmaba que el cuarto voto de los Mínimos era un voto simple, no solemne, en cuanto la solemnidad sólo podía predicarse de aquellos votos que eran substancia y esencia de la Religión. Hoy en día esto no hubiera suscitado más que bienintencionada indiferencia, pero en aquellos tiempos constituía una verdadera afrenta, un agravio, un casus belli, pues el cuarto voto de vida cuaresmal se tenía por tan esencial a la Orden que el citado Padre López denunció lo aseverado por el agustino (por ser falso, inútil y escandaloso) al Consejo Supremo de la Inquisición, el cual, consultando a los Calificadores, acabó dando un decreto el 8 de junio de 1626 mandando borrar aquellas proposiciones del libro. Para aquellos a los que les gusta conocer las fuentes, pueden leerlo en Montoya, en su olvidado "Sentido metafórico literal...", aquí.
Lamentablemente, parece que en esta temática, de tanto escuchar al mundo, nos ha dado por pasar página y que estas cosas pertenecen a un pasado del que alguien ha cerrado la puerta. Que persista todavía nuestro cuarto voto parece puro milagro, es algo que sorprende cada día que pasa, esa sobrenatural persistencia humilde, aunque constatando que los tiempos en que era percibido como una benemérita virtud y no una rémora son tiempos que no volverán. No volveremos, es como una canción de desamor de las que cantaba Chavela Vargas.
La banda musical me gusta. El segundo video, el cover, me ha puesto la piel de gallina, bonita interpretación y buen acompañamiento a la guitarra.
ResponderEliminarY ademàs fíjese que no hacen publicidad de las Nike 😄😄😄
EliminarCon lo que ha dicho hoy la maldita Von der Leyen sobre el kit de supervivencia tu post anterior se ha revelado acertado.
ResponderEliminarEn otras circunstancias borraría el comentario por considerarlo insultante. Hoy lo de "maldita" es poco. Esta gente no se merece ninguna bendición.
EliminarLos Mínimos, levadura de la iglesia sinodal
ResponderEliminarTal cual 😄
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