Por razones que no vienen
al caso, hasta ahora no había celebrado mucho con la versión
española de la edición tercera del Misal Romano. Por ello, algunos
de los cambios sobrevenidos no los había detectado. Pero quiero
detenerme en uno que me ha llamado poderosamente la atención. Se
trata del Prefacio III de Cuaresma. La edición anterior del Misal
castellano lo titulaba “Los frutos de las privaciones voluntarias”,
y se decía esto:
“...Porque con
nuestras privaciones voluntarias / nos enseñas a reconocer y
agradecer tus dones, / a dominar nuestro afán de suficiencia / y a
repartir nuestros bienes con los necesitados, / imitando así tu
generosidad...”
El texto latino,
invariado, titulaba y titula este prefacio como “De fructibus
abstinentiae”, y decía y dice esto:
“...Qui nos per
abstinentiam tibi gratias referre voluísti, / ut ipsa et nos
peccátores ab insolentia mitigaret / et, egentium proficiens
alimento, / imitatores tuae benignitatis effíceret...”
Pues bien, la nueva
edición del Misal castellano hoy es acentuadamente literal. Titula
“Los frutos de la abstinencia”, y reza así:
“...Tú has querido que
te diésemos gracias / mediante la abstinencia / para que,
nosotros, pecadores, / dominásemos con ella nuestro orgullo / e
imitásemos tu generosidad / dando de comer a los necesitados...”
Por supuesto, el
subrayado es mío. Resumiendo, que ni quienes en Roma prepararon la
edición tercera del Misal, ni quienes en la Conferencia Episcopal
Española lo tradujeron pensaron que la colectiva abstinencia era
cosa superada, de otros tiempos, reconducible a quién sabe qué
ignotas, indeterminadas e inseguras privaciones o penitencias
personales.
En mi humilde opinión,
esto lo detecta nuestro mínimo Arzobispo de Reggio-Bova y nos escribe un
libro (o al menos un capítulo) sobre la riqueza espiritual de la
abstinencia como acción de gracias. Y si no lo ha detectado aún, probablemente se deba a que la versión italiana sigue siendo un Tárgum del original
latino:
“(I frutti della
penitenza)”
“...Tu vuoi che ti
glorifichiamo / con le opere delle penitenze quaresimale, / perché
la vittoria sul nostro egoismo / ci renda disponibili alle necessità
dei poveri / a imitazione di Cristo, tuo Figlio, nostro salvatore...”
(Nótese que dar gracias
se ha convertido en glorificar, el alimentar en hacerse disponibles y
lo que se imita no es ya la benignitas del Padre sino a Cristo, toma
del frasco, Carrasco).
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