Aunque la Regla de los
mínimos en su capítulo noveno prescribe, por razones de humildad,
que ningún fraile reciba el grado de Maestro u otro grado, los
Mínimos no han sido una Orden contraria al saber, ni, según alguna
de sus siempre sospechosas cartas, parece que lo fuera San Francisco
de Paula. Además, la mencionada prohibición de la Regla fue
derogada por la Santa Sede en 1736, a instancia de los mínimos
españoles, con el fin de que pudieran acceder a cátedras en las
Universidades y siempre que los Doctorados o Maestrías obtenidos no
les reportaran prerrogativa alguna dentro de la Orden.
Un ejemplo de que el
saber y la minimez no son antitéticas se halla en el conocido Padre
Mersenne, quien a través de las reuniones en su amplia celda
conventual de la Place Royale de París y su correspondencia
internacional se halla en el origen de lo que hoy llamamos la
comunidad científica, es decir la circulación y el intercambio de
ideas, investigaciones y resultados científicos. Y Mersenne no fue
el único mínimo que se interesó por el progreso científico y
cultural. Muchos otros, desde su humildad mínima, dieron
especialmente en el siglo XVIII muestras de su saber y de su interés
cultural. En España Pedro de Torres y Alejandro del Barco fundaron
Sociedades Económicas de Amigos del País en Almuñécar y Jaén
respectivamente. Muchos mínimos fueron miembros de academias locales
(Ferry, Sauvade, Nuiratte, Fourcault, D'Auvergne, Sigalloux, Moreni,
Pujadas, etc.), sin olvidar a los dos grandes Leseur y Jacquier, que
eran académicos de París, Londres, Berlín, etc.
Algunos conventos, como
Place Royale en Paris o Trinité-des-Monts en Roma, eran verdaderos
centros de vida intelectual. También hoy cabe rescatar del olvido
que en el humilde convento de la Victoria de Madrid, que a principios
del siglo XIX ya no era la iglesia de moda que pudo ser en tiempos
anteriores, tuvo sus sesiones la hoy no menos olvidadísima Real Academia de
Sagrados Cánones, Liturgia, Disciplina e Historia Eclesiástica
(después será Academia de Ciencias Eclesiásticas), que había
tenido su sede inicial en la Real Casa de San Felipe Neri y había
recalado en el convento mínimo después de unos años en San Isidro
y en el convento de trinitarios calzados.
Nunca oí hablar de esta Academia de Ciencias Eclesiásticas
ResponderEliminarPues no me extraña. Quienes han últimamente elaborado un pequeño resumen y acopiado una antología de información sobre esta Academia son los del portal de filosofía en español filosofia.org (gestionado por la Fundación Gustavo Bueno que, aunque ideológicamente pueda parecer estar en las antípodas, está llevando a cabo ese proyecto de Filosofía en español de manera seria, rigurosa y equilibrada). Le pongo el enlace:
Eliminarhttp://www.filosofia.org/bol/soc/bs016.htm