martes, 16 de abril de 2024

Sugerencias capitulares

  Algunas sugerencias de cara al próximo Capítulo General:

a)      Una primera prevención ética.

La seguridad y la salud pública en un evento tan internacional como es el Capítulo General parecen aconsejar, más teniendo en cuenta que la edad media en nuestro instituto es relevantemente elevada, que todos los asistentes vayan proveídos antes de ser admitidos, de su correspondiente pasaporte covid (lo que en Italia se conoce como green pass), es decir que estén todos inoculados con el mágico fármaco de la proteína Spike con todas las dosis y refuerzos necesarios. Hay que recordar que en tiempos de la pandemia el Papa Francisco habló de esta inoculación (entonces todavía experimental) como una obligación ética. Además, los mínimos somos gente valiente y no nos asustan las amenazas agoreras de posibles miocarditis y similares.



b) La necesaria sostenibilidad

En todo Capítulo hay cuestiones contingentes y cuestiones necesarias. Mis sugerencias se orientan exclusivamente a estas últimas. La sostenibilidad es hoy cuestión inevitable. El Capítulo ha de abordarla sin excepciones. No digo yo que haya que bajar a detalles tal vez impropios, como hizo un arzobispo en Cataluña que propugnó como ejercicio cuaresmal la reducción del tiempo de ducha por el consiguiente ahorro de energía y agua.  Pero una de las mociones convendría que se orientara a que todas las comunidades presenten un plan de eficiencia energética conventual a aplicar en los próximos seis años. No se puede entender que nuestros tejados y terrados, incluidos los del Aula Litúrgica del Santuario de Paula, no se hallen enteramente recubiertos de placas fotovoltaicas o nuestros campanarios coronados con aerogeneradores. Otra moción capitular sería la substitución en la Orden de los vehículos de combustible por coches eléctricos o recuperar los semovientes (los borriquillos,) siempre que se tratara a estos a cuerpo de rey, respetando su dignidad animal y sus derechos. Qué buen ejemplo sería acudir a la Audiencia papal con carros tirados por animales bien alimentados y bien tratados como si fuera el día de San Antonio Abad.



c) Insectivorismo

Las recientes reuniones internacionales, una se ha celebrado recientemente, están advirtiendo seriamente del peligro de la sobrepesca oceánica. ¿Podemos seguir con nuestra alimentación cuaresmal indiferentes a la suerte de los mares y océanos? Esto es todavía más apremiante cuando se trató en el Capítulo anterior del elevado coste del pescado que lo convierte en algunas zonas geográficas en un artículo lujoso. Hoy hay medios que nos permiten compatibilizar la fidelidad a la vida cuaresmal (interpretada usualmente como privación de la carne animal de animales de sangre caliente, de modo que nunca se ha considerado transgresión la ingesta de otros como caracoles, ancas de rana, etc.) con la conservación medioambiental. El insectivorismo permitiría compatibilizar perfectamente la ecología con la cuaresmalidad. ¿Hay que recordar la figura de San Juan Bautista, modelo de austeridad en el desierto, alimentándose de langostas? Es cierto que hay voces que advierten sobre la poca salubridad de este tipo de alimentación, la cual se está proponiendo no ya para penitentes sino para el conjunto de la población. ¿Por qué no ofrecernos a disipar en carne propia tales dudas? ¿Por qué no incluir los insectos en la dieta minimitana, bajo el control de dietistas médicos? Sería una forma de concreción del amor al prójimo, ofreciéndonos voluntarios para esta experimentación. La caritas sacrificalis dejaría de ser un puro concepto de elucubración teórica para constituir una aplicación concreta altruista. Además, para los españoles en concreto, el insectivorismo sería también un apoyo al producto local y a la tan cacareada soberanía alimentaria (hay que tener en cuenta que tenemos en Salamanca la mayor granja de insectos del mundo).

d) Una propuesta de ritual

Esta orientación ecologista activa se podría escenificar en el Capítulo con algún ritual significativo. Una de las sesiones se podría trasladar a los jardines del EUR, donde postrados en el suelo y con la oreja pegada a la tierra los capitulares podrían escenificar la escucha activa del lamento de la madre Tierra por las ofensas que el ser humano le está infiriendo. Además, en comparación y tomando ejemplo de lo que se hizo tiempo atrás en los jardines vaticanos, podrían distribuirse, para llevar de regreso a las respectivas comunidades, unas imágenes pachamámicas o similares. Del mismo modo que unos iconos representando a Santos, Beatos, Venerables y Siervos de Dios de la Orden fueron distribuidos en una ocasión en el pasado, ¿por qué no ahora unas estatuitas de la madre Tierra? (El Ecónomo General podría adquirirlas en temu, donde venden algunas a precio muy asequible y ciertamente resultonas).



Por otra parte, teniendo en cuenta que en la Orden tenemos un doctor en teología pastoral que hizo su tesis en torno a la ecología integral del Fundador, podría este encargarse de dar una conferencia en el Capítulo, ahorrándonos así el tener que traer a un especialista de la CIVCSVA que normalmente toca temas inconcretos, somníferos y aburridísimos. Por otra parte, alguien de la casa sale siempre más barato, aunque no sea Cardenal ni Monseñor (así, de paso, evitamos alimentar el clericalismo, tan denostado por el Pontífice felizmente reinante).

En fin, estas son sólo algunas propuestas que se me han ocurrido, en la escucha activa de lo que nuestro mundo reclama, en las demandas que nos llegan de la sociedad en la que vivimos. Son, renunciando a todo prejuicio,  gestos pequeños, sencillos y cotidianos, propios de oyentes acogedores, que nos permiten evitar el peligro de desencarnar la fe y el anuncio, superando los miramientos egoístas.

 

2 comentarios:

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