miércoles, 10 de abril de 2019

De efemérides y muros (enunciar un riesgo no nos protege de él)


Se cumplen en este 2019 quinientos años de la canonización de San Francisco de Paula, fundador de los Mínimos. Con tal motivo en l’Osservatore Romano de 1-2 abril ha aparecido una entrevista efectuada por Nicola Gori al Padre Leonardo Messinese, Vicario general de la Orden.
Destacamos de la misma esta consideración acertadísima en su núcleo, dudosa en la frase final:
Spesso, quando si parla di “attualità” del messaggio di un uomo del passato, si corre il rischio di atribuire alla sua parola e alla sua azione alcuni elementi anacronistici, trasferendo i problemi che sono del nostro tempo a un’epoca storica che non li conosceva o in cui erano presenti in forma molto diversa. Questo rischio, però, a mio parere, non  si corre con Francesco di Paola.
Sin embargo, este riesgo, en mi humilde opinión, se corre con Francisco de Paula como con cualquier otro personaje histórico. La admiración o la validez del mensaje de fondo no impide que se pueda dar una interpretación excesivamente extensiva del mismo hasta el punto de aplicarlo a situaciones que justamente son de nuestro tiempo y que aquella época histórica no se planteaba.
Dejo aparte las “valientes tomas de posición” de San Francisco de Paula “a favor de la justicia” y “contra toda forma de abuso”, apoyadas sólo muy puntualmente por la documentación de la época y en buena parte atribuibles a la construcción posterior del personaje efectuada en el siglo XVII. La sombra de la duda me parece más notable en la cosidetta “dimensión ecológica”, de “tutela de la creación”. Sé que esta es hoy una convicción extendida. Incluso uno de los más eminentes especialistas en San Francisco y en su espiritualidad publicó no hace mucho tiempo un libro dedicado a este aspecto relacionándola con la Laudato Sii del Papa Francisco. A mi modo de ver, San Francisco era tan ecologista como cualquier otro ermitaño de su tiempo. Otra cosa es que biógrafos posteriores introdujeran  cervatillos, Martinellos o truchas, sea por la consideración del retiro como locus amenus, sea por equiparación de Francisco a los padres del monaquismo (el cerdo de San Antonio, el cuervo de san Pablo ermitaño, el león de San Jerónimo, etc.).

Finalmente, otro aspecto es también discutible y susceptible de considerarla una proyección que contrasta fuertemente con la época histórica en la que el Santo vivió. Me refiero a la pasión por el hombre que colisionaría con la actual “costruzione di muri fisici e mentali e con i respingimenti di migranti”.  Expreso mi recelo al respecto. Nadie sabe qué partido hubiera San Francisco tomado hoy. Pero en su tiempo su mentalidad estaba más acorde con la predicación de una Cruzada contra los infieles que con los presupuestos, por otra parte entonces difícilmente pensables, de Sos racismo. 

jueves, 29 de noviembre de 2018

Un conflicto curioso


Sucedió en Arles (Provenza) en el siglo XVII. Se habían establecido los mínimos en el priorato de la Magdalena, con apoyo real. Pero tenían en contra a otras órdenes religiosas y diversos eclesiásticos, al consejo municipal y muy particularmente, por su cercanía, al Capítulo canonical de la Iglesia Mayor Parroquial. La tensa situación tuvo su punto crítico en la mañana del 2 de agosto de 1615 cuando los mínimos se encuentran con que por la noche les han robado el badajo de su única campana. El pueblo llano del barrio, que, pese al poco tiempo que llevan con ellos, aprecia a los frailes mínimos, echa en falta el sonido de las campanadas. Cuando la multitud se apercibe del robo ocurrido, la sospechas y acusaciones van contra los canónigos de la Mayor: se les insulta, se les apedrea, hasta que logran encerrarse y parapetarse en la casa curial, donde son asediados durante tres días, hasta que los cónsules municipales logran apaciguar la situación.

Finalmente, el asunto se resolvió cuando el arzobispo otorgó a los mínimos la iglesia de San Honorato a donde se trasladaron en lucida procesión el 7 de octubre de 1615. Un deán de la Iglesia Mayor registra el hecho en sus memorias con esta consideración final: “Dieu les conduise et bien joïeus que soient loin de nous”.

lunes, 29 de octubre de 2018

Dios vuelve en un Ferrari


Si Joan Brady fuera italiana, probablemente su novela se hubiera titulado como titulo yo este post. Porque si la Harley es un buen símbolo de la libertad americana (all for freedom, freedom for all), el Ferrari forma indudablemente parte del orgullo italiano. En uno y otro caso, son libertades y orgullos al alcance de no todos los bolsillos. Y todo esto, ¿qué tiene que ver con los mínimos? Pues mire usted, más bien poco, simplemente era para introducir esto:



Ahora vendrán los fastidiadores de turno, los dedicados a arruinar las fiestas, a decirnos que “vaya opción por los pobres” o que los hijos de San Francisco de Paula sólo tendrían que bendecir fiats panda. Estos no se acuerdan del Ferrari Enzo regalado a Juan Pablo II y vendido con buen criterio moral por Benedicto XVI en el 2006; en el 2015, con el Grande ya canonizado, el automóvil sextuplicó su valor en una subasta. O, sin ir más lejos, al mismísimo Papa Francisco la marca Lamborghini, que tampoco es moco de pavo, le regaló uno de sus “Huracán”.

¿Vuelve Dios en un Ferrari? En principio, ni de coña, aunque Dios es muy libre de volver y montar en el vehículo que le plazca. Pero la bendición tiene su miga. Al menos, yo se la encuentro en las palabras introductivas del Padre Antonio antes de proceder ritualmente. Me parece escuchar: "(Dio) è la nostra vera Ferrari..." Y, a partir de aquí, que trabajen los mecánicos de la hermenéutica.

(Por cierto, el acetre también se las trae, ¿no parece una bacía de barbero?)

domingo, 14 de octubre de 2018

El dilema del pintor

El escultor Manuel Fuxá no tuvo dilemas cuando se trató de elaborar la escultura representando a Bernardo Boyl en el Monumento a Colón de Barcelona. En 1888 todavía no se había desatado la polémica seria sobre el instituto religioso al que Boyl pertenecía cuando marchó a América con Colón en 1493. Por más que los mínimos lo hubiesen reivindicado en la historia, en Barcelona estaba bien asentada la interesada convicción de que Boyl era catalán y monje benedictino de la abadía de Montserrat, a lo que se añadía la leyenda de los 12 primeros misioneros que llevó consigo procedentes de aquel monasterio.

En 1892, con ocasión del cuarto centenario del descubrimiento, el Ayuntamiento de Barcelona decidió colocar un retrato de Boyl en la Galería de Catalanes Ilustres. Esta vez la cuestión no fue tan pacífica. Los estudios de Fidel Fita y Jaime Collell habían desatado la polémica sobre si benedictino o mínimo, hasta el punto que el pintor encargado (Federico Trías Giró) no sabía en 1893 con qué hábito pintarlo. Además, como se defendía por algunos autores su origen aragonés (realmente lo era) no faltó quién se preguntó sobre si el Ayuntamiento no tendría que revisar su decisión.
Finalmente, Boyl fue pintado con hábito mínimo y su retrato colocado en la Galería de Catalanes Ilustres (actualmente ubicada en la Real Academia de Buenas Letras) en 1897, efectuando a la sazón un discurso biográfico Jaime Collell. El discurso, convenientemente ampliado y mejorado hasta ser convertido en un verdadero Estudio histórico-crítico, vio la luz en 1929, bajo el título "Fray Bernardo Boyl primer apóstol de América" en edición costeada por los mínimos de Barcelona con ocasión del Congreso y Exposición Misional que se celebraron dentro del marco de la Exposición Internacional celebrada en la ciudad.



viernes, 21 de septiembre de 2018

Lo leo y no lo creo: el Ayuntamiento se rascó el bolsillo

Era el año 1800 y una espantosa epidemia de fiebre amarilla se propagó por la ciudad. Fue tan tremenda que la cifra de muertos se calcula que fue de cerca de 15.000 personas. Una parte del convento de los mínimos de Triana se destinó entonces a hospital provisional, efectuándose en el edificio conventual las correspondientes modificaciones para poder cumplir debidamente tal función. Hasta marzo del año siguiente no comenzó la ciudad a recuperar la normalidad.

En 1802 los mínimos recurrieron al Cabildo municipal, pidiendo se hiciera la obra necesaria para que el convento volviera, como se les había asegurado, a su primitivo estado. Los diputados del barrio, tras visitar el convento, emitieron un informe en el que recordaban la “actividad, esmero y caridad religiosa con que el Corrector y otros varios individuos de aquella comunidad nos ayudaron al socorro, colocación y asistencia de los enfermos, en un tiempo tan peligroso para los que aún no habían experimentado los efectos de la epidemia...”. Asimismo, proponían que era mejor que los mismos frailes se encargaran de gestionar la realización de las obras necesarias, indemnizándoles a tanto alzado con 2.500 reales.

Lo más sorprendente e inusitado de este expediente de la Escribanía de Cabildo de Sevilla es la resolución que el municipio toma once días después del informe de los diputados de barrio: conformarse con tal informe y disponer se entreguen a la comunidad para el reparo del convento 3.000 reales (!!!).


miércoles, 19 de septiembre de 2018

Mujeres, dinero, concupiscencias y cosas peores


Hay un fragmento en la Vida de San Francisco de Paula del discípulo Anónimo, donde para mostrar la necesidad de la castidad y de la pobreza de los religiosos mínimos, se recogen unas palabras de advertencia de San Francisco:
“Et dicebat quod foeminae et argentum attrahunt ad concupiscentiam et adurunt Servos Dei” (Solía decir que las mujeres y el dinero llevan a la concupiscencia e inflaman a los siervos de Dios).

Hay un episodio histórico que muestra que lo peor ya no es el dinero o las mujeres, sino el dinero de las mujeres, que puede llevar no sólo a la concupiscencia sino al homicidio. Léase este aviso histórico de José Pellicer fechado el 18 de agosto de 1643:
“Fray Manuel de la Espada, hijo de García de la Espada, escribano, religioso mínimo y sacerdote, que el año pasado avisé había muerto a su tía por robarla, fue condenado a entregar al Brazo Seglar, degradándole primero...Y así mañana le dan garrote en la cárcel”.

jueves, 13 de septiembre de 2018

Dos mínimas curiosidades históricas de las Mínimas



Una de cal y otra de arena. Dos textos relativos al mismo monasterio. Poco más de 50 años entre uno y otro.

Primer texto:
“La caridad no tiene límites estrechos. Las entrañas de la religión que la inspira son dilatadas. Siente que hay otras necesidades en la gran familia cristiana y se alegra de encontrar en la diversidad de los establecimientos monásticos los medios para satisfacerlas. ¡Cuántas gracias estas siervas del Señor, recogidas noche y día al amparo del santuario, han hecho descender del cielo como rocío bienhechor en el alma de los pecadores, sorprendidos ellos mismos de su conversión al no poder humanamente explicar la causa de ella! ¡Cuántos que en el corazón de la noche, a la salida de una fiesta mundana o de un jolgorio desenfrenado, han oído la voz de Dios al mismo tiempo que sonaba la campana del monasterio! ¿Cuántas veces las oraciones fervorosas de estas santas mujeres han forzado al ángel exterminador a envainar su espada?...Dios en un pecador inmolado no halla más que a una víctima inmunda; pero que una virgen oculta a los ojos del mundo, viviendo en estado de continua expiación por pecados que no ha cometido, sucumba bajo los golpes del Señor...Su justicia se apacigua satisfecha ante una víctima enriquecida con todos los tesoros de la más pura inocencia y del exceso de la penitencia más rigurosa y más voluntaria. ¡A esto le llaman una vida inútil!”

Segundo texto:
“Estoy desde hace dos años en el convento de las mínimas, donde me condujo mi vocación. Lo he dejado en las condiciones que ustedes conocen y, sin embargo, he vivido en él horas dulcísimas, gracias al afecto maternal que tenía por mí la superiora Sor Teresa Gaubert. Esta mujer santa y digna me manifestaba constantemente sus buenos sentimientos, lo que desplacía un poco a mis compañeras.
El pasado 18 de julio tuve el dolor de perder a mi buena madre la superiora y desde entonces fui objeto del odio tenaz de las hermanas. Las que más se ensañaban eran las hermanas San Juan, San Ignacio, Escolástica y del Buen Pastor, pero la más feroz era sin duda sor Ignacia. Me privó de pan durante tres días y el cuarto día me dio por todo alimento unos curruscos duros absolutamente incomibles. Por la noche me hacía acostar en el suelo y cuando me permitía ir al lecho, disponía el mueble de tal manera que era imposible no caerse al menor movimiento involuntario. Cansada de estas persecuciones y enferma por la falta de alimento, decidí escapar. Esta mañana, con el pretexto de no encontrarme bien, no bajé a la capilla con mis hermanas, y, mientras ellas oían la misa, me trasladé rápidamente a un pequeño cuarto cuya ventana se abre a un metro del muro de clausura, del lado de la calle de l'Aube. A riesgo de matarme, pero resuelta a sustraerme a las torturas que he sufrido desde hace tres meses, tomé impulso y salté encaramándome a lo alto del muro. Desde ahí he pedido socorro...”

Ambos textos se refieren al monasterio de mínimas de Marsella.
El primer texto es de 1851 y consiste en la exhortación del Obispo del lugar cuando bendijo el nuevo monasterio y capilla. El Obispo era San Eugenio de Mazenod (fundador de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada). La fuente es la Enciclopedia Teológica de Migne.

El segundo texto se refiere a lo acaecido en octubre de 1904; es la narración que hizo en persona mademoiselle Morin, después de ser “rescatada” de lo alto del muro de clausura. La fuente es, reproduciendo una información de “Le Matin”, el diario “L'Éclaireur du Finistère” (Morlaix).